Los últimos de la clase
La lógica de los hechos se impuso. Sumando todos sus datos parecía que tenían todas las de perder. Eran los últimos de la clase y habían suspendido el examen antes de la mitad.San Juan de Puerto Rico. Al tratarse de un estado libre asociado a Estados Unidos, sólo nombrar al país más poderoso del mundo menos de un año después del poderoso desastre que infligió a la familia olímpica era ya muy fuerte. Pero es que además, el panorama político puertorriqueño no está muy claro. Ni siquiera lo pudo aclarar el comité de candidatura en Lausana. El año próximo puede celebrarse un nuevo referéndum para rechazar o no convertirse en el 5l' estado federal de EE UU. Aunque el cambio político, según defendieron, no se produciría en 10 años, la incertidumbre es algo que no se puede permitir a estas alturas de su poder el COI. Pasa la página.
Lille. Su presentación en la carrera olímpica del 2004 es una oportunidad que ha dado Francia a su periferia y a su ex primer ministro Pierre Mauroy, alcalde de la ciudad, pero con la clara intención de recuperar el peso de París en próximas aspiraciones. Aunque no se dudaba de su sólido apoyo económico en una cuenca industrial equivalente al Ruhr alemán, precisamente la zona, entre triste y desolada, sin infraestructura hotelera porque no es precisamente un punto turístico, ha sido su tumba.
Estambul. Se ha convertido ya en una auténtica ciudad maldita. Los turcos trabajan endemoniadamente en cada ocasión, como ya lo hicieron en la anterior elección de Tokio, en 1990, cuando ganó Atlanta, pero no acaban de convencer con su mensaje. Ellos dicen que su ciudad es un encuentro de continentes. Pero el resto del mundo, incluidos los comités de evaluación y selección no acaban de colocar bien en ese encuentro a los kurdos del lado asiático. Es un claro desencuentro que al final provoca las protestas del comité de Estambul porque no se le tiene simpatía. Y tiene toda la razón. Pero da la sensación de que hasta que no haya kurdos en su candidatura la antipatía va a seguir.
San Petersburgo. El propio primer ministro adjunto, Vyktor Hyushin, que empezó diciendo haberse sentido de nuevo como un niño en un examen del colegio, reconoció los problemas que tiene Rusia en este momento. "No lo voy a negar. Es el precio de la transición política que ha empezado hace sólo dos años. Pero queremos los Juegos. Dentro de otros dos años no se reconocerá lo que hay ahora". ¿En qué sentido? Rusia es otro gigante de futuro aún incierto y con demasiado peso para echarle una mano si se tambalea. El COI no quiere hacer de hospital de gigantes. Sería demasiado arriesgado para su negocio.
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