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El Madrid abre brecha en Sarrià

Raúl culmina la labor de acoso y derribo ante un Espanyol encastillado

Robert Álvarez

Raúl, en dos acciones que el Madrid maduró hasta que se pudo permitir verlas con un punto de impaciencia y otro de lógica matemática, puso al líder en la órbita de la Liga. Los nueve puntos a que distanció al Barça le dan una autoridad hasta ahora desconocida en el campeonato. El equipo madridista volvió a hacerse el remolón en una primera parte anodina y ante un rival como el Espanyol, que cargó con el trance de un partido que afrontaba por vez primera desde un puesto de descenso, lo que aumentó un complejo de inferioridad expuesto en su máxima extensión. Pero el Madrid resolvió con dinamita después del castillo de fuegos artificiales en el que convirtió la segunda parte.El Espanyol llenó de niebla Sarrià y el Madrid anduvo medio partido buscando un lazarillo. En un escenario explícito desde que se levantó el telón, con el Espanyol encastillado y un Madrid premioso y por momentos desquiciado en su asedio permanente, hubo que esperar 67 minutos para que una irrupción desaforada de Roberto Carlos pusiera en la cabeza de Raúl la puntilla. El Madrid repitió uno de esos trabajos tan rentables como mates que no le hacen torcer el gesto a Capello y que acabó de abrillantar el propio Raúl cuando moría el partido. El Madrid no ofreció destellos hasta que dejó de rodillas en su área al Espanyol. Las rachas no arreciaron hasta que Redondo desde el centro y Hierro desde la zaga metieron al Espanyol en su área. El planteamiento primario de Miera tardó su tiempo en encontrar clarividencia en el grupo de Capello.

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El partido nació torcido y tosco, con interrupciones constantes. El Madrid se pasó una hora sin saber por dónde hincarle el diente a la defensa al hombre que dispuso Miera. Fue una defensa a ultranza. Le permitió al Madrid cargar la escopeta hasta con cuatro delanteros: Víctor, Mijatovic, Suker y Raúl. Y sin embargo, el Madrid no encontró caminos para torturar al reaparecido Toni.

El Espanyol perdió siempre el criterio posicional. Sus defensas veían los árboles, pero no el bosque. Se quedaron sin un libre que protegiera sus espaldas ante el acoso de las cuatro lanzas del Madrid y perdieron toda noción para ampararse con una línea de fuera de juego. Esa descoordinación regaló al Madrid vías de penetración que tardó en aprovechar.

Ante un rival inofensivo, vivió el Madrid de las aceleraciones de Raúl. Disparó el Madrid muchas salvas de fogueo en la primera parte. En algunos momentos el espejismo parecía capaz de acabar convenciendo. Pero hasta que Redondo y Seedorf comprendieron que el Espanyol no había hecho sino poner ante ellos una segunda línea defensiva con Soldevilla y Arteaga, y Brnovic ejerciendo prácticamente de libre por delante de la defensa, no cambió el panorama. El Espanyol estaba saliendo indemne del pim pam pum gracias a la apatía de Mijatovic y a que Suker apenas entraba en juego.

El Espanyol no tiró una sola vez a puerta hasta el minuto 85. Y entonces, un disparo lejano de Cobos estuvo a punto de castigar el excesivo relajamiento del Madrid con el empate, pero el balón bajó del larguero a la línea de gol y fue escupido al campo. Un aviso para un Madrid que se pasó la segunda parte probando fortuna. Se veía llegar el gol, más porque el Espanyol no era capaz de llevar el balón siquiera al centro del campo que por el despliegue del Madrid. El tanto de Raúl, tras la aparición vertiginosa y desequilibrante de Roberto Carlos, no cambió la decoración. El Espanyol se mostró incapaz de ofrecer síntomas de reacción. Y el Madrid siguió con una carga de caballería que, tras el susto de Cobos, redobló con un tiro de Roberto Carlos al palo y otro de Seedorf al larguero.

Acabó el Madrid como empezó, dando la sensación de que tiene más fútbol del que exhibe y un ascendiente que, como sucedió ayer, luce más en la tabla que en el césped.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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