Récord
En Madrid los peatones somos una especie en peligro de extinción. La libertad elemental de andar se ha convertido en un ¡qué suerte, si no me pasa nada! Cruzar algunas calles resulta una aventura más peligrosa que las de Al filo de lo imposible, avanzar por las, aceras, una prueba de agilidad propia de contorsionistas de circo; intentar ir andando y con un carrito de niño de una parte a otra de la ciudad es una heroicidad digna de medalla olímpica; el tiempo que se tarda en atravesar algunos cruces como el de Colón -con sus tramos subterráneos- debiera incluirse en el Libro Guinnes de los Records.Si desde la Asociación de Viandantes a Pie nos dirigimos al concejal del Peatón del Ayuntamiento de Madrid, nos contestan que ¡no existe! Desde aquí reclamamos esa figura, ya que no podemos solicitar al concejal de Circulación (de los coches, por tanto) que resuelva nuestros problemas, pues lo que queremos no es circular como autómatas con prisas, sino pasear, andar, movernos por la ciudad, trasladarnos de un sitio a otro a diferentes ritmos según la persona, la ocasión, las ganas, etcétera.-
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