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El empresario que convenció a Txomin

Aurora Intxausti

, El empresario Patxi Arratibel Fuentes, asesinado ayer en Tolosa donde como cada año celebraba las fiestas de carnaval, era un hombre muy conocido en la comarca. Su carrera empresarial estuvo salpicada de altibajos económicos, de los que siempre conseguía salir a flote. Resultó ileso de un atentado de ETA en 1978, actuó como mediador de la organización terrorista en 1988, durante el secuestro del empresario Emiliano Revilla, ETA le acusó de quedarse con dinero del rescate y fue condenado a dos años de prisión.El 29 de mayo pasado, un comando de ETA colocó una bomba en la puerta de las instalaciones de su empresa de servicios de comida precocinada en el barrio donostiarra de Martutene y la organización terrorista justificó su acción acusándolo de haberse quedado con dinero.

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Arratibel, casado y padre de dos hijos de 12 y 15 años, comenzó a relacionarse con ETA a raíz del atentado que sufrió en Tolosa en junio de 1978, cuando dos jóvenes etarras se presentaron en el almacén de productos cárnicos de su padre para exigirle el pago de varios millones en concepto del llamado impuesto revolucionario. Patxi Arratibel se enfrentó e hizo huir a los activistas, que le tirotearon, aunque sin llegar a herirle.

Tras ese atentado, el empresario pasó a Francia y entró en contacto con el entonces dirigente de ETA Domingo Iturbe Abasolo, Txomin. Después de varias horas de conversación, el histórico jefe etarra le llegó a decir que no hacía falta que pagase nada. Pese a ello, Arratibel que había llevado consigo el dinero, oculto en un bote de Colacao, se lo entregó a Txomin para que éste lo destinase a las ikastolas en Francia.

A raíz de ese primer encuentro, Arratibel entabló relación con el dirigente de ETA, muerto después en accidente en Argel, con el que se entrevistó en varias ocasiones. La figura de Arratibel se hizo más conocida a raíz del secuestro del industrial soriano Emiliano Revilla, perpetrado por ETA en Madrid en 1988. El empresario guipuzcoano actuó como uno de los intermediarios para el pago de rescate entre la familia y la organización terrorista.

ETA acusó a Arratibel de haberse quedado con parte del dinero -60 millones de pesetas- que estaba destinado a la organización- Esta acusación siempre fue negada por Arratibel quien mantuvo a lo largo de estos años que los 75 millones que se quedó fueron destinados a pagar a los contrabandistas encargados de pasar clandestinamente el dinero a Francia.

Patxi Arratibel fue encarcelado y condenado por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, en marzo de 1994, a dos años de prisión por colaboración con banda armada. El tribunal sentenciador le aplicó la atenuante de estado de necesidad parcial, al entender que junto al móvil de salvar la vida de Revilla estaba también la de obtener un aprovechamiento económico. El alegó que se vio obligado a actuar como intermediario bajo amenazas de muerte. El abogado y parlamentario de HB José María Elosúa, juzgado en la misma causa, fue absuelto por entender el tribunal que actuó para evitar la muerte del secuestrado y sin defender los intereses de ETA.

Arratibel era propietario en la actualidad la empresa Master Catering, dedicada al servicio de comidas. Su actividad empresarial siempre ha estado centrada en el sector de la alimentación y antes de verse envuelto en el sumario de Revilla tenía un negocio con sus hermanos. Tras su paso por la cárcel y su intervención en el caso Revilla, la empresa tuvo problemas económicos y tuvo que comprar la parte de sus hermanos. La empresa ha pasado desde entonces por diversas vicisitudes económicas. En estos años, su empresa ha sido la encargada de servir comidas en mítines de partidos políticos o celebraciones multitudinarias en Guipúzcoa. A los pocos meses de salir de la cárcel, y con motivo de la visita de los Reyes a San Sebastián para inaugurar los cursos de la Universidad Vasca, Arratibel fue el encargado de servir el cóctel oficial.

El pasado 29 de mayo, ETA colocó en la puerta de su empresa una bolsa con un kilo de explosivo, circunstancia de la que alertaba un letrero adosado al artefacto. Fue el último aviso.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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