Interior sostiene que el etarra ahorcado en su celda se ató de pies y manos antes de suicidarse
El director general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste, aseguró ayer que está "absolutamenta excluida" la posibilidad de que una segunda persona atase de pies y manos al presunto etarra José María Aranzamendi, que el viernes murió ahorcado en su celda de la prisión de Alcalá-Meco (Madrid), y mostró su "absoluta convicción" de que se trató de un suicidio. El cadáver tenía los ojos tapados, los pies atados con los cordones de unas zapatillas y las manos sujetas a la espalda con un fular, según reveló ayer el diario Egin. Estas circunstancias no figuraban en la información difundida por Interior.
, En declaraciones a EL PAÍS, Yuste aseguró que el hecho de que Aranzamendi estuviera atado de pies y manos no contradice la tesis del suicidio. Existen múltiples precedentes, agregó, de suicidas "que tienen verdadera voluntad de matarse" y adoptan medidas para evitar que el instinto de supervivencia les lleve a dar marcha atrás de sus propósitos en el último momento.El resultado de la autopsia, que determinó que la causa de la muerte fue "asfixia mecánica" (ahorcamiento), y la falta de signos de violencia que evidenciasen la existencia de un forcejeo previo son, a su juicio, indicios suficientes de que Aranzamendi se causó su propia muerte.
La tesis del suicidio vendría también avalada por el hallazgo de una nota manuscrita en la que legaba sus pertenencias personales al histórico de ETA José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, internado una celda contigua, y por el tratamiento psiquiátrico que estaba recibiendo.
Yuste negó que el Ministerio del Interior haya ocultado información sobre el caso. "El juez tiene perfecto conocimiento desde el primer momento de todas las circunstancias que rodearon la muerte, pero nosotros no podemos revelarlas porque están bajo secreto sumarial", agregó.
En la lacónica nota que Instituciones Penitenciarias difundió el viernes por la noche, dando cuenta del fallecimiento del recluso, no se explicaba que el cadáver de Aranzamendi tenía los pies atados con los cordones de unas zapatillas deportivas, los ojos tapados con una cinta como las que utilizan los tenistas para absorber el sudor de la frente y las manos sujetas a la espalda con un fular con borlas. El pañuelo estaba atado a una de las manos con un nudo normal y a la otra, con un nudo corredizo.
Estos detalles tampoco trascendieron el sábado, a pesar de que fuentes próximas a la investigación informaron de numerosos extremos, como la nota a Josu Ternera, los episodios depresivos que sufría el recluso o el resultado de la autopsia. La noticia se conoció ayer a través de Egin. Al diario se la facilitaron los abogados de la familia, Iñaki Goioaga y Arantza Zulueta, que se desplazaron a Madrid junto al médico Crispín Batiz, y se entrevistaron con el director y la doctora de la prisión.
La muerte del preso de ETA se produjo entre las 15.30 horas y las 19.00 del viernes, cuando el cadáver fue hallado en su celda, colgado con una bufanda de la rejilla de ventilación del servicio, por el funcionario que realizaba el recuento previo a la cena. La mayoría de los reclusos estaba a esa hora en el patio, pero Aranzamendi tenía permiso para quedarse en su celda estudiando.
La dirección de Instituciones Penitenciarias ha abierto una investigación reservada, paralela a la judicial, para determinar si se ha producido alguna infracción administrativa. La investigación judicial la lleva el juez de instrucción número 7 de Alcalá de Henares, quien no permitió que el forense de la familia participara el viernes en la autopsia, que practicaron dos facultativos designados por el juzgado.
Antes de iniciar viaje hacia Israel, el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, lamentó públicamente la muerte del preso de ETA e insistió en que los resultados de la autopsia son "concluyentes" y confirman que el fallecimiento se debió a "suicidio por asfixia mecánica".
Mayor Oreja criticó a Egin, aunque sin hacer referencia alguna a la noticia de que Aranzamendi estaba atado de pies y manos. "No nos debe extrañar", afirmó, "que HB trate una vez más, a través de su medio de comunicación, de manipular, porque lo único que les interesa es el ruido, la inestabilidad, el griterío. Saben que no hay ningún síntoma que permita pensar que hay algo distinto a esa tragedia que ya de por sí es el suicidio".
Aranzamendi, de 41 años, fue detenido el 27 de febrero de 1995, como presunto colaborador del comando Vizcaya de ETA, y el juez Baltasar Garzón había prorrogado recientemente su prisión preventiva.
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