Kaspárov, 16; famosos, 0
Sólo el ciego José Manuel Pichel puso en apuros al campeón del mundo en su exhibición en Atocha
, Más sonriente que nunca, pero sin renunciar a la chispa de sadismo que se aprecia en su forma de mover las piezas, Gari Kaspárov se merendó sin grandes apuros a 16 celebridades en 150 minutos. El frescor relajante del escenario (jardín tropical de la estación de Atocha), la muchedumbre que rodeaba al campeón del mundo en ambiente festivo y el motivo de la cita (la inauguración del tren Canarias, el Paraíso, de promoción turística) invitaban a pasar el rato sin luchas sangrientas. Pero hubo tensión en una partida: José Manuel Pichel, presidente de la Fundación ONCE, rozó el empate y fue elogiado por el ruso.
Tras firmar autógrafos sin rechistar a una legión de niños y adultos, Kaspárov estaba locuaz: "He estado a punto de ofrecer tablas a Pichel; se las merecía. Pero he pensado que eso hubiera sido discriminatorio para los demás, a los que he apretado al máximo. Él ha jugado muy bien, pero se ha equivocado al final. Es curioso, casi todos los ciegos a los que me he enfrentado en sesiones de simultáneas me han dado mucha guerra", reconoció el campeón. Kaspárov efectuaba sus movimientos sucesivamente en cada uno de los 16 tableros, colocados en círculo.
PASA A LA PÁGINA 8
Kaspárov no dio opción a los 16 famosos con los que se enfrentó
VIENEN DE LA PÁGINA 1Pichel sufrió ayer el conocido síndrome del último, que se produce en los minutos finales de las exhibiciones, tras aguantar durante dos horas la presión de Kaspárov. El directivo de la ONCE se quedó solo frente al Ogro de Bakú; los otros 15 ya habían sucumbido. Y el relajo se convirtió de pronto en tensión palpable. Los movimientos de Pichel en un tablero especial para invidentes -cada casilla tiene un agujero donde se introducen las piezas; el jugador puede tocarlas cuanto quiera antes de mover- eran transmitidos a otro tablero normal que utilizaba Kaspárov. Ante la evidente igualdad de la posición, el público se agolpaba sobre las mesas.
Tal vez incrédulo en cuanto a la ceguera total de su adversario, Kaspárov imprimía a sus movimientos ese toquecito de chulería que tanto suele irritar a sus adversarios habituales. Probablemente perturbado por la atención exclusiva que le dedicaba el campeón del mundo, Pichel se equivocó, y se rindió. "Creo haber confirmado que los ciegos somos muy competitivos", dijo.
Entre los que obligaron al campeón a esforzarse estaban Ramón Torres, director general de Telefónica, Julio Llamazares -me he equivocado en la quinta jugada, él se ha confiado y luego se ha mosqueado, pero ha encoNtrado un golpe brillante- y el almirante José Enrique Delgado: "El ajedrez es la filosofía de la estrategia militar".
El ansia de ganar que mostró el ruso impresionó a todos sus contrincantes. Pedro Ruiz fue uno de los primeros en caer: "Hace años jugué contra Kárpov, que estaba más relajado. Kaspárov actúa como si se jugase mucho, concentrado a tope".
Pero el instinto asesino que siempre ha distinguido al campeón fue adornado esta vez por una caballerosidad nunca vista en él. La periodista Beatriz Pécker, conocedora del agresivo carácter de su rival, no podía creerlo: "He hecho una jugada muy mala y me ha invitado a cambiarla con una sonrisa". ¿De dónde sale tanta bondad? "Mi principal actividad en el mes de enero ha sido jugar con mi hijo", respondió el Ogro.
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