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Una calavera servida en bandeja

La cárcel aguarda a la pitonisa mexicana que "sembró" el cadáver hallado en el jardin de Raúl Salinas

, ¿Recuerdan el espectacular hallazgo de un esqueleto en el jardín de una finca de Raúl Salinas, hermano del ex presidente mexicano Carlos Salinas, allá por octubre del año pasado? Todo apuntaba a que el muerto era Manuel Muñoz Rocha, supuesto cómplice de Raúl en el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, un importante político del partido oficial mexicano. Pues bien, el muerto no es Manuel, sino Joaquín, un pobre señor cuyo eterno descanso fue interrumpido por las ambiciones de su consuegra La Paca, pitonisa y confidente en el caso.

Aquella mañana del 9 de octubre de 1996 el investigador Pablo Chapa estaba exultante. "¡Es Muñoz Rocha!", gritó, cuando los peritos de la Procuraduría General de la República extrajeron un cráneo del jardín de la finca El Encanto, propiedad de Raúl Salinas. Esa calavera, amorosamente colocada en una bandeja, era la prueba que el detective esperaba para demostrar la implicación del mayor de los Salinas en el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI), tiroteado en septiembre de 1994.

Y es que el caso estaba llegando a un callejón sin salida. El procurador [ministro de Justicia] Antonio Lozano y el superfiscal Chapa, su brazo derecho, habían detenido a Raúl en febrero de 1995, cinco meses después del crimen. Fue la estocada al poderoso clan de los Salinas. Pero desde entonces no habían sido capaces de presentar una sola prueba medianamente sólida contra él, más allá de dudosas declaraciones de testigos fundamentadas en que Raúl y José Francisco, antiguos cuñados, se llevaban mal. De hecho si el primogénito de los Salinas seguía en la cárcel era por otras investigaciones vinculadas a su oscura fortuna.

Con el cadáver de El Encanto todo cambiaba. ¿Pero cómo pudo Chapa encontrarlo con tanta precisión? "Un informante anónimo", explicó el procurador Lozano, que felicitó pública y emotivamente a su ayudante, sobre el que empezaban a llover las acusaciones de ineficacia. En efecto, Chapa había recibido la visita de una siniestra vidente, llamada Francisca Zetina, La Paca, y de la ex amante de Raúl, la española María Bernal. Ellas le hicieron entrega de una carta anónima, en la que un hombre aseguraba haber visto casualmente cómo Raúl liquidaba a su amigo Muñoz Rocha de un certero golpe en la cabeza. El arma: un bate de béisbol.

Todo resultaba surrealista. Los abogados de Raúl y el propio acusado se llevaban las manos a la cabeza. Pero ahí estaba el fiambre, con su traumatismo craneciencefálico y todo. Claro que había algo raro: la calavera presentaba un limpio corte de autopsia. "Fue seguramente la fractura por el batazo", dijo el procurador.

Sin embargo, al poco tiempo empezaron a salir a la luz oscuros pagos que Chapa había hecho al principal encausado, vinculado al partido oficial, que cambió su testimonio y acusó a Raúl de ser el "autor intelectual" del crimen.

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Prudentemente, el presidente mexicano, Ernesto Zedillo, destituyó a Lozano y a Chapa en diciembre pasado. Días después los análisis forenses ratificaron lo que se temía: el muerto no era Muñoz Rocha. Y ahí empezó la segunda parte del truculento sainete: averiguar la filiación del occiso y los tejemanejes de los extraños confidentes.

La Paca, personaje almodovariano donde los haya, se reveló. "Yo Francisca Zetina, como guía espiritual que es de nosotros John Kermedy, pongo en ley karmática a todos aquellos que han llegado a burlarse de mí. Esta vara de membrillo es la vara de la justicia, y ¡ay de aquel que le toque un varazo mío!", decía amenazante a los periodistas. De poco le valieron sus conjuros frente a la ciencia moderna. Tras intensas investigaciones, las autoridades anunciaron ayer que el muerto de El Encanto era un señor llamado Joaquín Rodríguez Ruiz, fallecido por traumatismo craneo-encefálico hace dos años.

El yerno de La Paca

Es más: casualmente don Joaquín era el padre de Joaquín Rodríguez Cortés, yerno de La Paca. Según la policía, La Paca, en calidad de vidente y suegra, persuadió al joven para que extrajera al padre de su ataud y lo enterrara en la finca El Encanto. Así lo hizo el muchacho, que con el azoro se dejó por el camino varias falanges y algunos dientes que luego sirvieron para determinar el origen del cadáver. Después, la familia y la ex amante organizaron todo el enredo de la carta anónima, que escribió otro yerno de La Paca ahora fugitivo.

En resumen: La Paca, sus parientes y la española María Bernal, en total siete personas, enfilaron ayer hacia la cárcel. La Procuraduría aseguró que seguirá investigando la eventual implicación de Salinas en el asesinato de Ruiz Massieu. ¿Y Pablo Chapa? En el extranjero, supuestamente. Sobré él pesa ahora una orden de detención domiciliaria. Y está citado mañana a declarar. Mil preguntas quedan aún por resolver. ¿Logró La Paca engañar al superfiscal? ¿O bien Chapa participó en las patrañas para salvar su honra de investigador? ¿Aparecerá Muñoz Rocha? No se pierdan el siguiente capítulo de esta apasionante serie.

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