Cincuenta maletillas compiten para torear en el Carnaval del Toro
40 años del Bolsín de Ciudad Rodrigo
El mundo de los toros está lleno de tradiciones, pero algunas de ellas se las quieren cargar los taurinos. Es tradicional que el toro tenga afiladas puntas, altivo comportamiento, poder..., pero nada de eso está bien visto por quienes obtienen (o pretenden obtener) del toro -¡pobrecito!- abundantes dineros y brillante popularidad. Otras tradiciones son menos absolutas, más locales, como el Bolsín de Ciudad Rodrigo (Salamanca).
Algunas se conservan nadando contra la corriente de los tiempos (aquéllas en las que al toro se le hace pasar las de Caín entre el jolgorio del vecindario), y otras se han adaptado al paso de los años y siguen tan ricamente, como es el caso del Bolsín mirobrigense, que ya tiene 40 años de historia. Si nació como cobijo a los maletillas que daban con sus huesos en Ciudad Rodrigo, debido a la inspiración de ínclitos farinatos como Agustín Casado, Francisco Calzada, Jesús Pérez Calleja, Abraham Cid, Toribio Paz y Orencio Sevillano, pronto entendieron que a aquello había que darle otro aire, y así ha perdurado. Como Bolsín.Aquí no se cotizan títulos y acciones. Se cotizan el valor, los modos, la torería. Hasta hace poco hubo en Ciudad Rodrigo un café, llamado Moderno, que dirigió desde los años cincuenta hasta el final Toribio Paz, donde durante todo el año se hicieron tratos y se habló de problemas agrarios, y en el que llegado el Bolsín sólo el toreo ocupaba aquel entrañable local. Desapareció el café Moderno, pero sigue el Bolsín, como prólogo al carnaval, que en Ciudad Rodrigo se apellida "del Toro", y en cuyos festejos taurinos actúan los triunfadores de este certamen entre aspirantes a fenómenos.
Este año hay 50 inscripciones. Cincuenta maletillas procedentes de Madrid, Albacete, Valencia, Salamanca (como es natural), que en ocasiones pertenecen a escuelas taurinas, y en otros casos surgen por generación espontánea. Ahora no les gusta que se les llame maletillas, y prefieren que se les diga toreros. ¡Hasta los gatos quieren zapatos! Se le llama maestro a cualquiera, y torero a todo el mundo. Esto es el disloque, y la gente lo achaca a los tiempos que corren. Los tiempos siempre acaban pagando el pato.
De hecho, los maletillas ya no lo parecen, porque llegan al campo en cochazos y acompañados por dos o tres personas que constituyen su corte. Es decir, que empiezan por donde algunos terminaban antes. Están, toreramente hablando, con el cascarón pegado al culo, y adoptan el aparato y la altivez de los toreros consagrados (cuando los toreros se consagraban de verdad y eran auténticas figuras del toreo).
Luego, generalmente, todo queda en poco, porque cuando sale la becerra los dedos se vuelven huéspedes, y si te he visto no me acuerdo. Se le echa la culpa a la becerra y se dice que era contraestilo..., como si la criatura, en ocasiones una invención artística del papá, lo tuviera. Otras veces, la cosa queda más lucida.
Tientas de selección
Todos los sábados y domingos, desde el pasado día 11 hasta el 2 de febrero, que tendrá lugar la prueba final en la plaza de toros de Ciudad Rodrigo, se celebran las tientas de selección, que este año comenzaron en la restaurada y hermosa plaza de El Castañar, al lado de Béjar.Fue un invento simpático el Bolsín, y sigue siendo una realidad. Un detalle le falta, dicen: haber declarado triunfador a alguien que después haya llegado a ser figura. El caso es que estuvo en sus manos en 1969, pero el jurado no eligió a Niño de la Capea y este suceso es algo que no olvidan ni el torero ni el Bolsín.
Matadores de toros sí han salido, pero el Capea se les fue vivo, parece ser que como consecuencia de que el padre del torero anduvo diciendo a todo el mundo que el chavalín sería el triunfador. Probablemente el miedo a que aquello pareciese una alcaldada hizo que el premio fuese para Luis Milla, El Teruel.
Babelia
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