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Reportaje:

Comisarías en blanco y negro

Las actas de una reunión policial destapan las miserias y misterios de sus instalaciones

Jan Martínez Ahrens

El pasado mes de octubre, 10 agentes se sentaron alrededor de una mesa en la Jefatura Superior de Policía de Madrid y sacaron a relucir los trapos más sucios de las comisarías. No se trataba de casos de corrupción, ni de crímenes terribles, sino tan sólo de miserias cotidianas. Discutieron, por ejemplo, sobre la supuesta insalubridad que corroe los calabozos de la Brigada Provincial de Extranjería y los vestuarios de la Unidad de Intervención Policial -en los que se han descubierto hasta ratas muertas, según los informes-. También repasaron casos insólitos, como el misterio del agua que mana, sin que nadie conozca su procedencia, en un calabozo de la Brigada Provincial de Policía Judicial, y de otros hechos no menos curiosos, como las incomodidades que sufren, por culpa de los mirones, los agentes de la comisaría de Centro al cambiarse en un vestuario sin cortinas.Todo ello se debatió en la Comisión de Salud Ocupacional de la Policía, en la que participaron, a un lado de la mesa, el secretario general de la Jefatura Superior de Policía, el jefe de la sección de Gestión Económica y dos facultativos; y al otro lado, los representantes de cinco sindicatos policiales -SUP, SCP, ANPU, UFP y SPPU-. Las actas de la sesión ofrecen esta imagen de las dependencias policiales:

Comisaría de Centro. Aquí el problema son los admiradores del strip-tease policial, es decir, los mirones. El SUP lo explicó así: "En las ventanas de la última planta, donde se ubican los vestuarios, es necesario poner con carácter urgente cortinas para evitar que los vecinos de la zona vean cómo se cambian los funcionarios". No hubo comentarios del secretario general de la Jefatura.

Comisaría de San Blas. Los calabozos repugnaban hasta a los empleados de la limpieza. "Los detenidos", dijo la UFP, "realizan en muchas ocasiones sus necesidades en los mismos, encontrándose las mantas, colchonetas y paredes en un estado lamentable, desprendiendo olores nauseabundos". La oficina de denuncias constituía otro punto negro de esta comisaría. Las sillas estaban rotas y tan sucias que los ciudadanos no sólo se negaban a sentarse, sino que incluso cambiaban las tornas de su denuncia y acababan protestando por los muebles. Ante este panorama, el secretario general de la Jefatura optó, por la vía decorativa y anunció el reciclado de las sillas con nuevos tapizados (no especificó el color). La falta de limpieza de los calabozos, en cambio, no le constaba.

Brigada Provincial de Policía Judicial. Los investigadores de esta unidad de élite -por sus manos han pasado los casos de Anabel Segura o del crimen del rol- se habían topado en su propia casa con un misterio irresoluble. Se trataba de un calabozo donde mana el agua sin que nadie sepa de dónde procede. El caudal no era importante, pero sí lo suficientemente constante como para encharcar la dependencia. Y, por más que los agentes hubiesen repasado techo, suelo y paredes, no habían descubierto el origen de este manantial. El enigma cautivó al secretario general de la jefatura, quien, tras escuchar atentamente la queja, anunció que la empresa Dragados y Construcciones se encargaría del caso.

Brigada Provincial de Extranjería. El sindicato ANPU saltó a la yugular y destapó desde la falta de desinfección de los calabozos hasta las inundaciones que sufren el patio y el archivo cada vez que llueve. También insistió el ANPU en la precariedad del parque móvil de esta brigada: "Los vehículos son reparados de forma tan rápida que al día siguiente están de nuevo averiados". No menos directo fue el SUP, que describió el edificio como viejo, sin espacio, con las paredes sin pintar, los ascensores rotos y plagado de "gravísimos problemas higiénicos". Tras escuchar estas quejas, el secretario general de la jefatura intentó calmar los ánimos recordando que la lluvia ya no inunda los archivos. Luego, emplazó a los sindicatos a elevar sus quejas al organismo nacional correspondiente. La queja sobre la suciedad de los calabozos fue respondida por el jefe de la Unidad de Sanidad Regional, que se escudó en que cada dos meses se desinfectan.

Comisaría de Torrejón de Ardoz. El desastre. Construida en una nave industrial, su techo es de uralita. El resultado, según mantiene todavía el SUP, es que los agentes se asfixian en verano y se hielan en invierno. El intento de la dirección para remediar esta situación "tercermundista" tampoco ha tenido éxito. Y es que las 50 pequeñas estufas y el puñado de ventiladores enviados para devolver los ánimos a la tropa han resultado un fiasco. Mientras que los ventiladores no sirven más que para repartir sudores, las estufas carecen de potencia suficiente para calentar, y además, cuando se encienden, saltan los plomos. El mayor sufrimiento, con todo, corresponde a los detenidos. Para ellos, el frío y el calor se tornan inhumanos. "Los calabozos carecen de la necesaria aireación y sólo disponen de una pequeña ventana para la ventilación", se quejó el SUP.

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Unidad Policial de Intervención. El vestuario se ubica en lo que antes era el comedor de las Banderas Móviles de Moratalaz. Un lugar inhóspito donde la limpieza era tan deficiente que los agentes, según la UFP, llegaron a descubrir ratas y gatos muertos. Ante estos hechos, el secretario general de la jefatura prometió una mejora en los servicios de limpieza.

Comisaría de Chamberí. El problema más citado fue el del desgraciado funcionario que, expuesto a la lluvia, al frío y la nieve, vigilaba desde la calle las dependencias. El SUP pidió para él una sencilla garita, y la UFP propuso abrir una ventana en el edificio y llenarla de espejos para que el policía pudiese controlar la calle desde el interior. Al secretariogeneral de la jefatura no le hicieron mucha gracia ambas propuestas. Para él, la solución pasa por instalar cámaras de televisión.

Comisaría de La Estrella. Las deficiencias se distribuían por plantas. En el segundo piso, relató el SUP, el "deplorable" servicio de mujeres seguía con el techo lleno de grietas. Además, al tratarse de un "servicio para caballeros reciclado para señoras", las funcionarias sufrían incontables incomodidades. La escalera necesitaba una mano de pintura, y al sótano, aparte de estar tan sucio y abandonado como siempre, no le iban los enchufes.

Comisaría de Arganzuela. En esta dependencia, los agentes tenían miedo a caer en el vacío. No es que hubiese ningún pozo, sino que las ventanas, casi a ras de suelo, carecían de protección. Por ello, el SUP pidió barrotes. Y también cortinas o persianas para acabar de una vez por todas con las miradas indiscretas desde la calle.

Personal. El ANPU presentó queja contra un jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana que "observa comportamientos groseros e intempestivos con sus subordinados". El sindicato contó que el hombre se había adjudicado para sí el coche oficial y no lo soltaba ni aunque por ello sus agentes tuviesen que ir a pie a prestar servicio.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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