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El acto por las victimas de la 'matanza de Atocha' fue un homenaje a los muertos anónimos de la democracia

Cayeron las lágrimas y se alzaron los puños. Y Miguel Saravia, uno de los supervivientes de la matanza de Atocha 55, se volvió, trémulo, hacia la placa cubierta de flores y empezó a aplaudir. Toda la calle estalló en un aplauso. Cientos de madrileños rendían así, en una mañana gris y encapotada, su homenaje a los cuatro abogados y al ordenanza asesinados por tres pistoleros fascistas el 24 de enero de 1977 en el bufete de Atocha.Estaban Julio Anguita, Ángel Pérez y José Luis Núñez, todos de IU; los sindicalistas Antonio Gutiérrez -que pidió una calle paralos abogados "por la que puedan pasearse en libertad Cosme Delclaux y José Antonio Ortega"-, Julián Ariza y Rodolfo Benito; los socialistas Juan Barranco y Jairne Lissavetzky; el concejal Franco González, la diputada de IU Nines Maestro... y cientos de madrileños anónimos -la mujer con su bufanda tejida con los colores republicanos, jubilados, sindicalistas, estudiantes- todos apiñados ante un Miguel Saravia que, con aire de santo laico, recordaba a los asesinados "y a los ignorados, los aniquilados sin más recompensa que saber que sus vidas han traído la democracia y la libertad".

Sobre la lápida -"En esta casa trabajaron por la libertad y murieron por defenderla..."- coronas de flores. Pero "el mayor estremecimiento siempre me lo ha producido pasar por aquí y ver unas rosas rojas que alguien, anónimamente, ha colocado", decía Saravia. Habló de la pureza, del idealismo de los asesinados. "Los asesinos no querían matarnos a nosotros, querían matar al pueblo, asesinar la democracia". Y pidió "memoria" para "seguir luchando contra el mal, que sigue en frente". Félix López Rey, concejal de IU, recordaría luego que Miguel Sarabia "sigue con 67 años trabajando porque no tiene siquiera cotizado para jubilarse".

No había nadie del gobierno municipal -que ha negado una calle para el recuerdo de los abogados- ni de la Comunidad de Madrid. El presidente Alberto Ruiz Gallardón y el alcalde Álvarez del Manzano sí acudirían después al Colegio de Abogados para presidir, serios y circunspectos, el acto. Allí, Cristina Almeida y Manuela Carmena destacarían el "horror inútil" de aquellas muertes. "Querían matar la libertad, querían matar la democracia y no pudieron".

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