Consumo

Es desalentador el resurgimiento de la idea de que para generar más empleo hay que estimular el consumo. Hay al menos tres motivos para una aseveración así. Primero, la doctrina al fondo es que el consumo y el empleo son equivalentes lógicos, que uno conlleva al otro. Pero ésta es una inexactitud, pues hace unas décadas había menos consumo, pero al mismo tiempo más empleo. Las inexactitudes llegan a ser desconcertantes cuando se adoptan oficialmente a nivel alto. Segundo, y gracias al triunfo innegable de la filosofía del consumo, el valor del dinero hoy se estima en gran medida según su poder de adquirir lo que hay que comprar por deferencia a los anuncios que oímos todo el día y en todo sitio. Pedir más consumo para que, en consecuencia, haya más dinero es, por tanto, abrazar un círculo lógico no digno de ningún ser pensante.Y tercero, por supuesto, hay que tomar en cuenta que el consumo está destruyendo el planeta en que vivimos. El problema casi inextricable es que el político en poder, sea cual sea su signo, piensa no en el futuro de la raza humana, sino en las reglas establecidas por los que fomentan esta misma enfermedad; es decir, el consumo. Si piensa de otra forma, pierde su trabajo.-