A prisión por actuar
Actores profesionales ensayan en la cárcel con actrices reclusas
¡Ay cuando vaya a mi tierra y diga que hice una escena de amor con Jaime Blanch!", decía el pasado jueves una joven colombiana. "Es una experiencia religiosa y sexual", le contesta irónicamente una compañera. El actor Jaime Blanch no es ajeno a esta conversación entre dos reclusas de la cárcel de Carabanchel Mujeres que, además, son parte del elenco de Fuera de quicio, la obra que la compañía Yeses estrena mañana.Jaime Blanch y otros cuatro actores profesionales son en esta ocasión miembros de este grupo de teatro integrado por actrices presas. Y como parte de la compañía, tienen que entrar en prisión para ensayar. Se trata de unas sesiones algo atípicas por culpa de las circunstancias. Siempre hay alguna falta: que si una actriz tiene cita con su abogado, que si a otra le toca un bis a bis...
Es la primera vez que se autoriza a actores, varones además, a trabajar en la cárcel con las actrices de Yeses. "Esto me parece maravilloso, lo hago por egoísmo, porque recibo más de lo que aporto. Es lo más importante que he hecho en mi vida", asegura Blanch. Y se sorprende por el sentido de piña que hay entre estas mujeres.
Función sin luz
Son cuatro los profesionales que entran en prisión para ensayar. Impensable hace unos años, cuando las actrices de Yeses salían esposadas y con un descomunal despliegue policial para actuar en algún teatro. Elena Cánovas, directora y fundadora del grupo, se ríe ahora de los episodios que se vivían entonces. Como cuando les tocó ir a El Escorial y la Guardia Civil les recibió con el más estricto de los controles. A la salida, esos mismos militares les pedían autógrafos. 0 cuando se fue la luz en una función: la reacción de la Guardia Civil fue automática: "¡Quieto todo el mundo"."Ahora no supone ningún tipo de tensión ir con ellas", dice Cánovas. Incluso en, alguna ocasión la propia policía hace de gancho para que se ría el público. 0 también ofrecen un pañuelo a las actrices que se les saltan las lágrimas porque el público en pie grita "¡libertad!". Más aún, en Fuera de quicio, una obra de José Luis Alonso de Santos, las actrices se pasean entre el público, en más de una ocasión, se mofan de la policía, hacen escenas de amor, se desnudan, pegar tiros y se ríen de la propia institución ya que todo transcurre en el hospital psiquiátrico de una cárcel.
Las actrices están encantadas. Entre otras cosas, no tienen que ponerse bigotes y paquetes postizos. Saben que el público acude con un poco de morbo a su actuación. Pero para muchas, las extranjeras, es la única manera de ver a gente de fuera. Sólo verles, porque no se les permite hablar con los amigos que van a aplaudirles.
Fuera de quicio, en la sala Triángulo (Zurita, 20; metro Lavapiés), del 21 al 23 de enero, a las 20.30. 1.400 pesetas.
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