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Reich, el liberal

Joaquín Estefanía

En pocos años hemos pasado de estudiar los libros de Wilheilm Reich (Psicología de masas del fascismo) a los de Robert Reich (El trabajo de las naciones), el hasta ahora ministro de Trabajo de EE UU. Robert Reich representaba la sección más liberal de la Administración de Clinton (en el sentido norteamericano del término, es decir, más socialdemócrata) y la ha abandonado para volver a su papel de pensador, de profesor en Harvard y, quizá, de colaborador -como antaño- de The New York Times.En su discurso de despedida -cuentan las crónicas-. Reich el liberal recuperó su discurso progresista de siempre: el "programa inacabado" de Clinton "es hacer frente a una desigualdad cada vez mayor ... Algunos niegan que las desigualdades estén aumentando ... Ven la creciente desigualdad como. una secuela de los cambios estructurales en nuestra. economía, sobre todo los avances tecnológicos y la integración en una economía globalizada, que tienden a favorecer a los que tienen una formación mejor y a penalizar a aquellos con los peores niveles de educación y aptitudes. Alegan que este mismo fenómeno tiene lugar en todo el mundo. No hay nada que hacer".

Conviene escuchar estas palabras que denuncian la resignación ante el modelo económico norteamericano. El discurso de Reich es el correlato de ese excelente libro suyo, titulado El trabajo de las naciones (en una analogía evidente con el clásico de Adam Smith La riqueza de las naciones). En él se explica exhaustivamente que mientras el dinero, la tecnología y los productos se desplazan con facilidad a través de las fronteras, el empleo se crea allí donde se realiza con mayor eficacia; por tanto, los recursos fundamentales no descansan en la riqueza material o financiera de cada país, sino en la cualificación de los ciudadanos. Será necesario aumentar al máximo el valor potencial de lo que las personas pueden aportar a la economía, por lo que es imprescindible invertir cantidades crecientes de recursos en educación y formación de capital humano. Las desigualdades están estrechamente relacionadas con las diferencias salariales asociadas a los distintos niveles de formación. Hace cinco años, cuando fue editado el libro, Reich proponía, quizá ingenuamente, que se dedicasen los fondos de los famosos dividendos de la paz (recursos que se destinaban a gastos militares durante la guerra fría) a invertir en formación- profesional y educación.

Las tesis del pensador norteamericano coinciden con las expuestas por otro prestigioso profesor de Economía, Lester Thurow, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, quien en su libro sobre El futuro del capitalismo escribe: "Ningún país, sin experimentar una revolución o una derrota militar con la subsiguiente ocupación, jamás ha tenido un incremento de la desigualdad tan rápida o tan extendida como ha ocurrido durante las dos últimas décadas en Estados Unidos". A principios de los años noventa, la participación de la riqueza poseída por el 1% de la población (más del 40%) era básicamente el doble de la que había sido a mediados de la década de los setenta y había vuelto donde había estado en los últimos años de la década de los veinte, ¡antes de la implantación de la fiscalidad progresiva!; desde que se dispone de estadísticas, no ha habido otra época en la que el salario medio del varón norteamericano haya caído de una forma tan continuada durante un periodo de dos décadas.

La despedida de Reich -que deja sin zona izquierda a la Administración de Clinton- resalta la otra cara de una economía calificada, de modo habitual, como fundamentalmente sana.

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