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Éxitos sin pronóstico en 1996

Ni el más optimista de los periodistas daneses era capaz de aventurar, en las proximidades de un destemplado mes de julio, que Bjarne Riis fuera el protagonista de la gran hazaña: decirle basta a Induráin. Ni el más chauvinista de los articulistas de I'Equipe estaba en condiciones de asegurar que la influencia de Yannick Noah iba a ser suficiente para llevar al modesto equipo francés a la conquista de la ensaladera en la Copa Davis. Dos grandes éxitos del año 1996 se escaparon al pronóstico. Pero no fueron los únicos.La victoria futbolística de Nigeria en Atlanta ha permitido insistir una vez más en la imparable evolución del fútbol africano, pero se fraguó a costa de Argentina y Brasil, dos históricos que llevaron lo mejor de que podían disponer en esos momentos. En los Juegos, también, irrumpió como un ciclón la nadadora irlandesa Michelle Smith, con tres oros inesperados que despertaron sospechas entre los estadounidenses.

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Hubo otros hechos sorprendentes. Los majors del golf no fueron ajenos: el naufragio total de Norman la última jornada del Masters, el triunfo del gris veterano Tom Lehman.1997 se presenta como un año de transición, a la espera de que se vaya produciendo los inevitables relevos generacionales en lo más alto del podio. Induráin ha dejado el trono vacío, Carl Lewis también, al igual que Mónica Seles da muestras de agotamiento. Hombres como Hemman y Hingis, Villeneuve, UlIrich y Olano o el mismísimo Ronaldo están llamados a decir algo. Y algunos lo dirán siempre y cuando no aparezca un apellido contra pronóstico.

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