Derechos humanos y familia
Se ha celebrado hace poco el Día Internacional de los Derechos Humanos. Con bastante frecuencia solemos preguntamos: ¿cuáles son los auténticos derechos del hombre? ¿Son acaso éstos las concesiones de los Gobiernos, de las instituciones, de los organismos internacionales? A poco que reflexionemos, nos damos cuenta de que los derechos humanos son algo distinto y responden a conceptos más profundos. Tenemos derechos por ser seres humanos, por el mero hecho de ser personas, de estirpe trascendente, criaturas. A este respecto, dice el sociólogo J. A. Marina: "La especie humana se constituye como especie dotada de dignidad, reconociendo a todos su miembros la posesión de derechos que implican deberes recíprocos". En un final de siglo que está terminando de tan mala manera, celebramos que toda persona, cualquiera de ellas, es un microcosmos irrepetible y único por su capacidad de conocer y amar. Por esto es por lo que la persona merece respeto y amor, su dignidad se lo confiere. No hace muchos días oí a un filósofo explicar que el encuentro del hombre con su propia dignidad, algo tan vital hoy, se da "en ámbitos de plena confianza, de plena correspondencia, en ámbitos de lo insustituible, de lo entrañable: en la familia".
