Europa celebra el Año Nuevo con Riccardo Muti y la Orquesta Filarmónica de Viena
El director italiano aportará su sentido del espectáculo al tradicional concierto
El cambio de año llama una vez más a las puertas de la música: las campanadas, primero, al filo de la medianoche; los valses y polcas de la familia Strauss, después, en el primer mediodía del año. Desde la bellísíma Grosser Saal-adornada con flores de la Musikverein de Viena, construida por la Sociedad de Amigos de la Música en 1870, la televisión austriaca hace llegar al rincón más remoto del planeta los sonidos optimistas y festivos del Concierto de Año Nuevo. La última edición, novena de las di rigidas por el elegante y persuasivo Lorin Maazel, fue presenciada por mil millones de telespectadores. Este año, Riccardo Muti será el encargado de dirigir a la Orquesta Filarmónica de Viena.
El mundo se para ante los acordes de la música. Se espera el final del concierto con las dos últimas propinas obligadas para mantener el rito: el Danubio azul, el más universal de los valses, y la Marcha Radetzki, el más pegadizo de los aires vieneses. Con ello, el carrusel del tiempo habrá dado otra vuelta un año más. ¿La vida sigue igual? Así parece al ver estas imágenes de refinamiento y alegría desbordada.Ninguna orquesta más idónea que la Filarmónica de Viena para poner en pie este festín de ritmo, frivolidad y belleza chispeante. ¿Qué director está a la altura de tanta seducción? Clemens Krauss, Willi Boskovsky y Lorin Maazel han sido los tres últimos pilares fijos del Concierto de Año Nuevo. Entre los invitados de la última década, algunos han deslumbrado, como Carlos Kleiber, y otros han defraudado, como Claudio Abbado, demasiado serio y analítico para este tipo de celebraciones. Karajan se empleó a fondo para fascinar, y otros sacaron sus mayores recursos para estar a tono con las circunstancias.
Las armas de Muti están claras. Se compenetra a las mil maravillas con la Filarmónica de Viena. Tiene vitalidad, impulso, sentido del espectáculo, un toque de encanto mediterráneo, y su brillantez roza a veces la superficialidad, factores todos ellos muy adecuados para un concierto como éste. Los ballets que s verán por televisión aportan este año como novedad la colabora ción de Maya Plisétskaya.
Conmoción musical
El Concierto de Año Nuevo conmociona el mundo musical, pero no es el único que se puede escuchar en estas fechas. En la misma Viena, sus dos teatros de ópera culminan el año y empiezan el siguiente con la opereta de las operetas, El murciélago, de Johann Strauss, obra musical divertida como pocas, y con la que también despiden 1996 Zúrich, la ópera Cómica de Berlín, Hamburgo, Bonn y la sala Gärtnerplatz de Múnich.Las operetas proliferan durante estos días en los escenarios más variados. En Francfort, La viuda alegre, de Lehar, sirve de excusa al descorche de vinos espumosos. Una función de gala de esta obra se ha dedicado a recaudar fondos. para la lucha contra el sida, continuando la experiencia del año pasado con La Traviata (por eso de la tuberculosis de la protagonista, el sida del siglo XIX).
La zarzuela también sirve para cerrar el año musical, pero no en España. La ópera de Washington escenifica el día 31 El gato montés en la versión escénica de Emilio Sagi, que así da un paso más en su proyección internacional.
Los británicos sacan también a la luz su espíritu festivo en estos días. En el Barbican de Londres, el 30 hay una gala clásica de carácter familiar y un festival barroco a la luz de las velas, y el 3 1, una noche vienesa de valses y polcas que se repite el 1 de enero, horas después del Proni de Año Nuevo (no han leído mal); con él, Rule, Britannia, de Arne,y la Pompa y circunstancias, de Elgar, con otros temas profundamente enraizados en el carácter inglés. Mientras tanto, en el Covent Garden, el Royal Ballet finaliza el año con Cinderella, en una coreografía de Frederick Ashton, y abre el año siguiente Con el Cherubino, de Massenet, dirigido por Cardiner.
En París también simultanean la ópera y el ballet. En la Bastilla, el día 31 ofrecen la ópera negra Porgy and Bess, de Gershwin y a la misma hora, en el reformado Palais Garnier, el ballet Cascanueces, otro clásico de estas fechas, que también abre el año en Amsterdam con el Het Nationale Ballet.
En Berlín, una de las grandes ciudades musicales europeas junto a Viena y Londres, la Orquesta Filarmónica es dirigida por Claudio Abbado los días 30 y 31 de diciembre en un programa que tiene a Brahms como protagonista pero que también hace alguna incursión en Schubert, una manera de ir preparando el centenario de la muerte del primero y el bicentenario del nacimiento del segundo en 1997.
El bajo-barítono galés, Bryn Terfel cantará una selección de lieder de los dos grandes compositores, y a eso ' se añaden danzas húngaras y otras obras que darán un toque ligero a una despedida predominantemente seria del ano.
En la ópera Unter der Linden no falta el baile de San Silvestre y tampoco la Novena de Beethoven, dirigida por Daniel Barenboim, aunque el director, de origen argentino, que no para, se lanza al ruedo wagneriano el día 2 con un Lohengrin en la Staatsoper. La Deutsche Oper prefiere en estos días La flauta mágica, ópera que también se representa en lugares tan diferentes como Bruselas, Hamburgo y Chicago.
'Tosca' y 'La bohème
'Hansel y Gretel es otra de las óperas predilectas para varios teatros en estos días, especialmente de Alemania y de Estados Unidos, incluido el Metropolitan de Nueva York, que no renuncia, sin embargo, a Tosca y La bohème para cerrar y abrir año.También Helsinki se inclina por Tosca, mientras Ginebra cierra con Rigoletto y Zúrich abre con El trovador, dirigida por Chailly y en la que participa la soprano alicantina Ana María Sánchez.
Algunos teatros alemanes muestran estos días su fidelidad a Richard Strauss. Así, Múnich cierra en su teatro nacional el año 1996 con El caballero de la rosa, y Dresde abre el año 1997 con La mujer sin sombra.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.