"La Iglesia puso trabas a la paz y el Ejército no"
ENVIADA ESPECIALEl encuentro clandestino sin precedentes que Alvaro Arzú mantuvo en febrero con la comandancia guerrillera exiliada en México destrabó unas negociaciones que se prolongaban ya cinco años. Puso entonces una condición: jugar con las cartas sobre la mesa. A lo largo de 1996 las partes suscribieron seis de los once acuerdos parciales del documento final que Será ratificado hoy en Guatemala.
Álvaro Arzú utiliza un lenguaje muy preciso y se le ve acostumbrado a agarrar a los toros por los cuernos. La firma de la paz es el colofón de un primer año de gestión en el que ha logrado la estabilización de las finanzas del Estado y ha asestado inusitados golpes contra las amplias redes de corrupción de funcionarios públicos que ahogan el país. Lo único que le desconcierta son "las pedradas" arrojadas contra el acuerdo desde "algunos púlpitos".
Pregunta. El boyante proceso de paz ha tenido un nubarrón a última hora: la polémica generada por la amnistía prevista en el acuerdo de reinserción firmado en Madrid. ¿Abrirá esta ley la puerta a la impunidad para los crímenes cometidos durante la guerra, como dicen sus detractores?
Respuesta. Un crimen de lesa humanidad no acepta ningún salvoconducto doméstico. Así lo indican los acuerdos internacionales suscritos por Guatemala y, expresamente, el propio documento. La amnistía se aplicará a delitos políticos y delitos comunes vinculados al conflicto armado. El acuerdo es taxativo, y así lo entendieron todos. Y lo que es más, muchos de quienes se rasgaron aquí las vestiduras lo aceptaron en Europa.
P. ¿En qué categoría entrarían las matanzas de población civil por parte del Ejército a principios de los ochenta?
R. Creo que ésos son delitos de lesa humanidad. Ahora bien, debe recordarse que aquí hubo una amnistía en 1986 y otra en 1988, que sí fueron amnistías generales que cubrieron la época más caliente de la confrontación armada. Y no recuerdo que entonces todos los que protestan ahora entraran en histerias colectivas. Pero vamos a otro tema importante: ¿Quién va a tirar la primera piedra en Guatemala? ¿Será acaso el Ejército o la URNG [Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca], que durante 36 años han cometido abusos y desmanes? ¿Serán los norteamericanos o los rusos, que pelearon una guerra fría en estos países pobres y pequeños de América Latina? ¿Los empresarios, que han practicado el deporte nacional de la evasión de impuestos? ¿0 serán las iglesias, que han exacerbado los ánimos, el rencor y las invasiones de propiedades privadas? ¿Los cubanos, que armaron y entrenaron a la guerrilla durante el conflicto? ¿O seremos nosotros, que también entrenamos a los cubanos que invadieron Bahía de Cochinos? ¿Quién va a tirar la primera piedra? Yo no me atrevo. Y mucho menos pueden hacerlo quienes hoy se erigen en los grandes críticos del convenio logrado.
P. ¿Quiénes son?
R. En esto de la paz me he Ilevado sorpresas interesantes. Yo esperaba una oposición enardecida de los sectores más radicales del Ejército o de los empresarios, por que los acuerdos que faltaban, como el socioeconómico o el del papel del Ejército, eran los más sensibles. Pues no. Del sector empresarial y del militar sólo recibimos apoyo incondicional y aportaciones positivas. Y de quienes esperábamos un respaldo indiscutible, como la Iglesia o los grupos pro derechos humanos, que se han pasado décadas gritando para que llegara la paz, hemos recibido muchas veces objeciones, trabas, trampas. No lo llegamos a entender, francamente.
P. ¿Ha puesto la Iglesia piedras en el camino?
R. En un momento de la negociación la Iglesia fue a El Salvador a decirle a la URNG que por qué iban tan rápido en las conversaciones. ¿Cómo es posible que los mensajeros de la paz entorpecieran algo por lo que habían abogado durante tanto tiempo? Eso nos costó casi un mes de atrasos, de volver a convencer a la otra parte de que aquí no estábamos tratando de engañar a nadie. Ese gesto de la Iglesia vulneró la confianza seriamente.,
P. La comisión para el esclarecimiento histórico de las violaciones a los derechos humanos no dará los nombres de los autores de los crímenes. Pero las víctimas los exigen como paso previo a la reconciliación. ¿Para qué va a servir esta comisión?
R. Para hacer presente el pasado. El pasado no debe olvidarse, pero tampoco podemos quedarnos sumergidos en él, ni permitir que nos impida ver el futuro. Ese es el gran dilema. La comisión es importante para que no se sienta que hay un perdón general. Sí hará señalamientos, pero no para buscar venganzas, sino como una referencia para que ese pasado no vuelva nunca.
P. El dinero parece ser la principal necesidad para poner en marcha los acuerdos. Ustedes hablan de 2.300 millones de dólares (unos 300.000 millones de pesetas), casi el presupuesto anual del Estado. ¿Cómo van a conseguirlos?
R. El 20 de enero 'voy a Bruselas, a una reunión con los organismos multilaterales de crédito y los países cooperantes. Ahí llevamos nuestra propuesta, que deberá ser aprobada por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Afortunadamente hemos logrado estabilizar la situación financiera del Estado. En estos momentos tenemos alrededor de 770 millones de dólares de reserva, una tasa de inflación del 10,5%, como habíamos previsto, y una deuda externa manejable -unos 2.000 millones de dólares-, de manera que las condiciones están dadas para que el FMI de luz verde. Pero los guatemaltecos tenemos que poner nuestra parte, aumentando la cobertura tributaria.
P. ¿Sirvió la guerra para algo en Guatemala?
R. Creo que sirvió para hacer brotar las grandes desigualdades sociales del país. Antes del conflicto todo el mundo vivía en un limbo de desconocimiento de lo que sucedía. Y la guerra, a pesar de un costo muy doloroso, reveló de forma dramática los grandes problemas socioeconómicos y obligó a buscar actitudes, ingeniosas para resolverlos. Este sería el único lado positivo del asunto, si es que se le quiere encontrar alguno.
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