Pobres inmigrantes
Cada vez que los veo en los pasillos del metro, pienso en la suerte que tengo. Porque tengo casa, familia, amigos y dinero para vivir. Porque sé que ellos vinieron buscando eso y se encontraron otra realidad. Una realidad en la que lo único que han podido hacer ha sido vender camisetas, guantes, vídeos o vodka en los pasillos del metro.Y nosotros, que no hemos sido capaces de darles una manera más digna de ganarse la vida, ahora no los queremos ahí. Queremos que se vayan y que abandonen la única manera de ganarse la vida honradamente que tienen: la de vender múltiples cosas en los pasillos del suburbano madrileño.
No seamos tan injustos y dejémosles vender su mercancía. El perjuicio o molestia que nos pueden ocasionar será mucho menor al beneficio que ellos obtendrán, estando ellos mucho más necesitados de éste.-
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