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Entrevista:

"La Gran Vía es como una catedral"

Leonés e ingenuo sesentón. Su autorretrato le devuelve la imagen del artista tímido, impulsivo, buscador tenaz pero impaciente que abandona las pesquisas apenas la solución se asoma ante sus ojos. Devoto de muchos dioses, charlatán y atrevido. Hijo de librero y nieto de un especialista en artes gráficas. Licenciado en Derecho, quiso vivir rasgueando una guitarra en las calles del París más bohemío. Allí, por casualidad con 23 años cumplidos, cayó en sus a nos un pincel, con tanta suerte que regresó a Madrid con una docena de cuadros bajo el brazo. Primero alumno y luego buen amigo del pintor Antonio López, le acompañó mientras realizaba sus espléndidos cuadros de la Gran Vía. Consiguió el apoyo de la galerista Juana Mordó, íntercambió obra con Zóbel y Sempere y se fue de esta ciudad cuando Pozuelo, donde hoy vive, era todavía una huerta de lombardas. Prolijo pero incapaz de trabajar bajo presión, pinta siete días a la semana y expone sólo cada diez años.Pregunta. ¿Por qué no enseña más su obra?

Respuesta. Yo soy un caso raro dentro del panorama, un privilegiado que se permite el lujo de pintar sin la exigencia de vender. Esa relajada actividad es buena y al mismo tiempo mala. Me reconozco, comercialmente, un desastre.

P. Usted pertenece sin pertenecer al movimiento realista.

R. Soy y no soy realista. Estoy sin estar en una generación concreta de pintores, la del 36. Cuando dejé la Academia de Bellas Artes de San Femando pasé dos, lustros pintando sólo naturalezas muertas y fabricando mi témpera con yema de huevo. Ahora expongo cuerpos sernidesnudos y, sobre todo, muy iluminados. Bastante gris es la realidad.

P. ¿Qué aprendió de Antonio López?

R. Muchísimo. Tuvo gracia, porque yo llegué a la academia y allí eran todo chavales de 15 años. López me aportó pasión por la pintura. Disfruté viéndole pintar la Gran Vía. Antonio es un hombre muy meticuloso, no trabaja con cualquier luz ni en cualquier momento. Yo, sin embargo, me quedaba en la calle trabajando hasta que se iba la luz. Es un lugar impresionante, como una catedral. Una calle en la que están todas las calles. En la Gran Vía, el día son muchos días.

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P. Explíquese.

R. La Gran Vía ha representado el renacimiento económico de Madrid en sus mejores tiempos. Cada momento del día tenía sus habitantes, su paisaje, su gente, oficinistas, turistas y paseantes. Ahora apenas la frecuento si no es en coche, vehículo que mediatiza todas mis visitas a Madrid.

P. ¿Piensa que es Madrid el lugar donde se centraliza el arte?

R. A veces he creído que Madrid era el sitio donde mejor se pinta, pero creo que exagero. Indudablemente, el circuito comercial y cultural madrileño es muy activo. Y la ciudad, más simpática que cualquier otra capital europea.

José Miguel Pardo, 1988-1996. Galería Margarita Summers. Villanueva, 7. Metro Serrano.

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