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Un día más en el 'barajal'

En el aeropuerto de Barajas, ayer, casi todos los pasajeros hablaban en condicional: "Yo tendría que haber salido" era el verbo más conjugado. "Congestión del tráfico aéreo", se decía a los viajeros para explicar las demoras y cancelaciones. Otro día más en el barajal, como ya se conoce popularmente al aeropuerto.

Enfado y resignación. Como Carlos Verdú. Su avión había salido de Alicante con una hora de retraso y el vuelo que debía tomar hacia Pamplona saldría con unos 120 minutos de demora. "Total, que tenía una reunión en Navarra a la una de la tarde y voy a llegar, con suerte, sobre las 15.30. Tampoco sé si podré volver esta noche a mi casa de Alicante".

Al contrario que Verdú, el canario Jorge Espínola había perdido su conexión a Gran Canaria y cualquier sentido del humor. "Vengo de Granada. Llevo una semana fuera de casa, no llego a la reunión de Las Palmas y no Cambian el billete para volar a Tenerife, que es donde vivo".

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Un poco más allá, en el mostrador del puente aéreo, Pedro Puig se desahogaba con un contrato bajo el brazo: "Tenía que firmarse a las 15.00 en Barcelona. Como no llego a tiempo, se rubricará el lunes y me voy a tener que quedar el fin de semana allí". "Este aeropuerto es un desastre desde siempre. Lo raro es que no se hubieran cargado antes el cable eléctrico", decía en alusión al accidente del martes, que cerró las instalaciones.

Quejas entre lectura o trabajo. María Aranaz esperaba un incierto regreso a Pamplona con un libro entre las manos. José Coduras se empleaba con el ordenador portátil. Había quien proponía comprar lotería contra la mala suerte. Pero ni las loteras estaban contentas: "No vendemos nada a pesar del gentío de estos días".

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