España tiró de la casta
Un gol de Morientes firmó la derrota de Yugoslavia
El encuentro no fue un prodigio de buen juego, más bien al contrario: tosco y rudo. Ambos conjuntos no desplegaron el fútbol de altos quilates que se les supone a las figuras en ciernes. Antes de atacar es necesario estudiar al enemigo. Así lo entendieron ambos equipos, que en los primeros minutos de juego optaron por el tanteo, en un intento de colocar sus mejores bazas en el lugar estratégico.
Los españoles, sin embargo, se mostraron agarrotados ante un rival bien asentado que acumulaba muchos hombres en defensa. Los jugadores de Iñaki Sáez apenas lograban hilvanar dos jugadas seguidas. Pero pronto suplieron la falta de claridad en ideas con la garra típica del fútbol español. Había que dejarse notar y cuatro advertencias fueron suficientes. Fue entonces cuando el conjunto balcánico se amedrentó. Era consciente del chaparrón que se cernía sobre su área y optó por achicar antes de hora.
La mejor arma atacante española, Víctor, pedía a gritos una brújula. El madridista se encontraba perdido en la banda izquierda y Salgado aprovechó la abdicación. Este jugador asumió la, patente ofensiva.
En el segundo tiempo el juego siguió siendo de saldo. Ambos conjuntos se perdieron el respeto y los ataques se sucedieron sin pausa, con un juego deslabazado, pero más vivo. El seleccionador español tiró mano entonces del banquillo y sacó su artillería pesada, consciente de que el empate de poco le valía.
El público, tal vez presagiando lo que sucedía momentos después, animaba enfervorecido. Lo cierto es que hacía años que el Castalia no se encontraba tan arropado. El calor llegó rápidamente a los españoles y en el minuto 73, tras un jugadón del recién salido Salva, Morientes puso en franquicia el marcador. La pareja ofreció un cóctel irresistible. Con esta victoria España encabeza el grupo sexto.
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