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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pesadilla francesa

LA EXPLOSIÓN del potente artefacto que, en el corazón de París y en hora punta, se ha cobrado dos vidas y ha causado heridas a otras 90 personas ha resucitado en Francia una pesadilla: la que ya viviera con la ola de atentados de extremistas islámicos el pasado año. La tragedia ha sacado a Chirac de su letargo mediático para prometer una lucha sin cuartel contra el terrorismo.Las autoridades han extremado la prudencia -mientras falten pruebas rotundas- para no especular públicamente sobre hipótesis que induzcan a acusar a grupo concreto alguno. En un país con cinco millones de inmigrantes musulmanes, cualquier chispa que relacione irracionalmente el atentado con el islamismo extremista prendería el fuego de la xenofobia y daría lugar a otra catástrofe de consecuencias muy profundas para la vida cotidiana. En beneficio, una vez más, de los ultras del Frente Nacional de Le Pen.

Sin embargo, en la mente de muchos franceses cabe la sospecha de que este terrorismo renovado tenga que ver con el apoyo que presta Francia -a la cabeza de la Unión Europea- al régimen argelino de Zerual, que pretende aislar a los fundamentalistas islámicos, sean moderados o violentos; las conjeturas también lo vinculan, por la fecha, con la próxima apertura del juicio a quienes atentaron contra dos turistas españoles en Marruecos. Sean quienes sean los asesinos de París, han querido multiplicar un clima de terror en Francia. Desgraciadamente, lo han conseguido en buena medida.El atentado ha añadido densidad al pesimismo francés, en unos momentos en que éste forma parte de la idiosincrasia permanente de este pueblo. La percepción de estancamiento económico, las huelgas del sector público, las reticencias hacia el proyecto europeo, la subsidiariedad respecto a Alemania, la impopularidad del presidente Chirac -y, sobre todo, de su primer ministro, Alain Juppé- e incluso el chapucero percance en el túnel bajo el canal de la Mancha, contribuyen a propagar un clima de malestar general.

Ante esta conyuntura, Francia no puede adoptar la táctica del caracol, sino buscar aliento entre sus socios y amigos europeos. La lucha contra el terrorismo, como bien sabemos en España, es intemacional. La creación del espacio judicial común, que los Quince debatirán en el Consejo Europeo de Dublín, es más urgente que nunca.

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