Los que hacen la economía

Esta carta está movida por el interesante artículo del ex canciller Helmut Schmidt, escrito en forma de carta abierta al presidente del Bundesbank Hans Tietmeyer y publicado en EL PAÍS el pasado 9 de noviembre. Se puede ser escéptico de la economía, pero no de las ciencias económicas. Hay políticos y economistas que hablan con mucha elocuencia, suficiencia y elucubración mental desde sus despachos o tribuna pública, de crisis, de paro o fiscalidad, inflación, nuevas tasas, tipo de interés, etcétera, mientras cobran sus majestuosos sueldos salidos de los impuestos que el Estado recauda. Lo cierto es que la que realmente hace la economía es toda la población que produce y consume. ¡Cuánto engreimiento en la clase política!¿Cuánta economía sumergida se desconoce? ¿Cuánta corrupción fiscal? ¿Cuánto pagan los que deberían pagar poco o nada y cuánto los que deberían pagar mucho y pagan poco? El porcentaje correcto individual que debiera pagar cada ciudadano de acuerdo a sus ingresos y posibilidades ¿quién lo tasa? ¿Y el gasto público? ¿Y la buena administración? ¿Cuánto se malversa y cuánto se defrauda? Y así hasta el infinito...

Es bien sabido que "quien toca aceite las manos se unta" y que el dinero público que pasa por oficinas, ayuntamientos, ministerios, recaudaciones de Hacienda ("a todos los niveles" se introducen facturas, vales, conceptos o chanchullos) va quedando en su recorrido.

En todos los países mediterráneos y latinoamericanos, por centrarnos en nuestro ámbito más conocido, sigue habiendo la misma astucia y picaresca y en todos los actos oficiales esa pompa encubierta de "dignidad", "honestidad" y "democracia" con el tufillo y gusanillo de la vanidad halagada.

En este final de siglo y milenio vivimos inmersos en los grandes conflictos de los pueblos africanos, de Oriente Próximo, de la situación extrema en Rusia, amén de infinidad de otros problemas en todo el mundo por causa en gran parte de la gran explosión demográfica, con sus necesidades de supervivencia y exigencias de bienestar. El trabajo es un medio, pero lo que de verdad quiere la humanidad es vivir y ser feliz, y a este fin debe encaminarse la labor de Gobiernos, científicos y de la sociedad en su conjunto.

La gestión financiera debe llevarse para su buen funcionamiento, pero sin humanismo ni solidaridad y sin valorar suficientemente la problemática ecológica planetaria real en que estamos entrando en este final del segundo milenio, el mundo se convertirá en un caos imposible.-