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"La Iglesia excluye ya a demasiada gente"

Jacques Gaillot, de 61 años, fue cesado en 1995 por el Vaticano como obispo de Evreux (Francia). Le adjudicaron una diócesis que en el siglo V existió en el norte de África, pero ya no: Partenia. Sus adversarios le llaman el obispo rojo, porque siempre ha levantado la voz por los pobres, los homosexuales, la democratización de la Iglesia, contra las pruebas atómicas (estuvo en Muroroa a bordo de un buque de Greenpeace). Ayer visitó en la catedral madrileña de la Almudena a los encerrados por el 0,7% y hoy presenta su libro Me tomo la libertad (Nueva Utopía) y da una conferencia sobre La Iglesia de cara al tercer milenio.

Pregunta. El Papa le recibió en Roma después de haberle cesado. ¿Cómo fue la entrevista?

Respuesta. Media hora, solos, una charla fraternal. Logré hacerle reír a veces, como cuando me dijo que le habían asegurado que yo estaba siempre en los medios de comunicación, y yo le dije: "Como Su Santidad". Le pedí que me dejase en mi diócesis de Partenia. "Partenia no existe", comentó él. "Por eso mismo", le respondí, "todo el mundo puede pertenecer a Partenia". Le informé de que en Evreux mi cese se había vivido como una herida injusta. "Los de Evreux no deben de amar al Papa", replicó. "Los de Evreux", le dije, "piensan que Su Santidad no tiene toda la culpa, sino la curia".

P. ¿Lo cree usted aún?

R. Desde luego. Puede que la curia tenga incluso más poder. Y en la curia grupos como el Opus Dei.

P. ¿Y qué tal le va como obispo de Partenia?

R. Soy el obispo del atrio. Por el atrio de la iglesia pasa mucha gente. En una sociedad que crea exclusión social, trabajo en asociaciones contra ese fenómeno, y estoy por una Iglesia de los excluidos, que es lo contrario de una Iglesia de la exclusión: ya excluye la Iglesia a demasiada gente, a divorciados, homosexuales, mujeres, teólogos disconformes... Y se desprestigia con decisiones como la de no dar dinero a Unicef; lo veo así, aunque soy antiabortista.

P. Recibió más de 10.000 mensajes de apoyo. ¿Cómo se portaron sus colegas?

R. Soy un caso interesante para los juristas: no acepté dimitir, no me jubilé. Técnicamente pertenezco a la Conferencia Episcopal, pero no me invitan. Los obispos me son más fraternos que solidarios: la solidaridad requiere un compromiso. Algunos me apoyaron. Pero colectivamente temen a Roma. Creo que hay demasiado miedo a la libertad en la Iglesia.

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