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Entrevista:

"Las contradicciones del PNV ante el terrorismo son nefastas para la Ertzaintza"

Secretario general de ERNE, el sindicato de la policía vasca al que están afiliados 2.000 de los 7.000 ertzainas (policías vascos), Iñaki Castro reclama al PNV que unifique criterios sobre la forma de abordar el terrorismo para que el desconcierto no cale en la sociedad. Natural de Bilbao, de 33 años, casado y sin hijos, se muestra muy crítico con la dirección política de la Ertzaintza, aunque elogia al consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa.Pregunta. La Ertzaintza es blanco de los ataques del mundo de ETA. ¿Cómo lo viven?

Respuesta. Hay preocupación, pero también desconcierto porque muchos compañeros no pensaban que el choque con ETA llegara a estos extremos. Somos la institución más valorada por el pueblo vasco y, sin embargo, desde que Atutxa plantó cara a los violentos, nos encontramos en la calle con rencor, agresividad y odio.

P. ¿Un reproche a su firmeza?

R. Para nada. Lo que pasa es que Atutxa ofrece a los ciudadanos una fortaleza y un poderío que no es real en la medida en que no se traduce en las direcciones de las comisarías. Nuestra obligación es combatir la delincuencia terrorista, pero necesitamos medios, respaldo y ver una voluntad clara de querer abordar el problema.

P. ¿No tiene la Ertzaintza medios suficientes?

R. Los vehículos no estaban preparados para los ataques de los cócteles mólotov. Los métodos y las técnicas antidisturbios no eran los adecuados. Nos hemos metido en un charco sin botas.

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P. ¿Por qué muchos ertzainas no creían que esto iba á llegar?

R. Se jugaba con la idea de que nuestros caminos, y los de ETA no se cruzarían, que ETA iría desapareciendo según aumentara el auto gobierno. Hemos sido muy blandos con la violencia callejera. Cuando yo salí de la academia, en 1986, mi labor era retirar las barricadas. Jamás combatí esa violencia. Eso generó un clima de impunidad y un envalentonamiento muy dificil de reconducir.

P. ¿Desidia profesional? R. No, actitudes que respondían a decisiones políticas de la dirección de la Ertzaintza. Muchos sólo han aceptado lo inevitable del enfrentamiento con ETA a la vista de los cadáveres de nuestros córnpañeros y, así y todo, las muertes han sido interpretadas como un ataque al nacionalismo por parte de otro sector del nacionalismo.

P. Atutxa ha roto claramente con etapas anteriores.

R. Ha roto con inhibiciones pasadas, pero seguirnos arrastrando planteamientos viciados. Hay responsables que consideran que aplicar la Ley de Protección Ciudadana es una provocación, ertzainas que no aceptan llamarse policías, mandos que justifican la inoperencia con que están por el diálogo... Un cacao notable.

P. ¿En qué se manifiesta?

R. Por ejemplo, en nuestra actitud ante las contramanitestaciones de HB, que han acabado por acogotar a los ciudadanos pacifistas. Primero, las permitimos colocándonos casi como observadores. Después, hemos ido a denunciar penalmente a los convocantes cuando lo que piden los jueces es

esta incomunicación tiene que ver con la incompeten cia de nuestros altos cargos, que parecen desconocer la inde pendencia judicial y pretenden que los jueces estén a su dictado.

P. ¿Es cierto que los agentes que actúan de policía judicial informan sistemáticamente a sus mandos de sus pesquisas y del estado del surnário?

R. Así es en muchos casos.

P. ¿Hay órdenes expresas?

R. Cuando no existe dependencia funcional de jueces y tribuna

les, la dependencia orgánica prostituye toda idea de policía judicial y cercena la autonomía de los investigadores.

P. ¿Están los jueces de Euskadi volviendo a encargar a los otros cuerpos policiales asuntos que corresponderían a la Ertzainza?

R. Eso parece. Hay desconfianza y una crítica soterrada de ineficacia, como cuando los fiscales de Guipúzcoa detectan un sorprendente descenso en el narcotráfico.

Y luego, claro, los jueces ven que hay un mapa de intrigas policiales y utilizan el cuerpo que les interesa cuando sospechan que determinadas investigaciones pueden tener repercusiones en determinadas esferas políticas.

P. ¿Cautelas justificadas?

R. Hombre, a mí no se me ocurriría encargar a la Ertzaintza el escándalo de las tragaperras.

P. ¿Porque la investigación sería cortocircuitada políticamente?

R. No se dispondría de la autonomía suficiente.

P. ¿Qué pruebas tiene de ello?

R. Para investigar asuntos delicados es necesario disponer de independencia operativa. Eso es algo que no se consigue cuando, como ahora todos los miembros de la policía judicial son puestos de libre designación, a disposición del político de turno.

P. ¿Se prima la fidelidad al PNV antes que la competencia?

R. La Ertzairitza es la única policía del mundo democrático en la que los jefes y subjefes son de libre designación.

P. ¿Para ascender en ella hay que sintonizar con el PNV?

R. Así ocurrió durante la etapa del consejero Retolaza. Atutxa ha realizado serios esfuerzos por modificar esa dinámica. Pero persisten los agravios.

P. ¿No puede responder eso a evitar infiltraciones de ETA?

R. Ése es uno de los argumentos esgrimidos, ya que las ha habido. Pero hay gente que relaciona directamente a la Ertzaintza con el PNV y un sector de este partido que pretende particularizarla.

P. ¿Solución a la violencia?

R. Está claro que enfocamos el asunto desde la represión posterior al delito y que no trabajamos la prevención y la investigación.

P. ¿Qué se debería hacer en el plano político que no se hace?

R. Primero, tenemos la impresión de que la clase política vive más de manejar el conflicto que de buscar su solución. Segundo, la eficacia policial no sólo no es contraproducente como dicen algunos, sino que facilita la salida política democrática. Y tercero, las contradicciones en el PNV sobre la forma de abordar el terrorismo producen efectos nefastos en la Ertzaintza, y en la sociedad, porque desconciertan. Como ertzaina, no me hace gracia oír al lehendakari [José Antonio Ardanza y al presidente del PNV [Xabier Arzalluz] afirmar con naturalidad que en su partido existen dos visiones sobre el asunto.

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