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Bautismo a hierro ardiente

María Antonia de la Serna marca a sus reses jóvenes a fuego con 250 invitados

Una hoguera de leña, 13 hierros calentados al rojo, unos corrales y una lata de aceite es todo lo que se necesita para un buen herradero. Todo eso y una buena colección de reses bravas, como la que se juntó en la finca El Bosque de Buitrago de Lozoya, propiedad de la ganadera María Antonia de la Serna, en la que ayer se marcó a fuego el hierro a más de sesenta cabezas de ganado.El herradero es mitad tradición mitad obligación legal, que se repite todos los años. En la ganadería de De la Serna se convierte en una cita social a la que acuden más de dos centenares de personas. Los taurinos gustan de decir que es "el bautizo de los toros", aunque se trata de un bautismo a fuego.

Todos los toros nacidos en el último año ganadero (desde el 1 de julio de 1995 hasta el 30 de junio de 199.6) son marcados con su hierro y su número: "Es una tradición, pero también una necesidad, ya que hay que tener controladas a todas las reses que pueden llegar a ser lidiadas", asegura José Ignacio Llorens, representante y marido de la ganadera.

Cuatro hierros

Las reses reciben cuatro hierros en el potro (el cajón de madera donde son encerradas para recibir la marca). En el cuarto trasero les marcan el hierro que representa a la ganadería (las iniciales de la propietaria) y la letra que identifica a la asociación ganadera a la que está adherido el propietario (en este caso la A de la Asociación Española de Ganaderías de Lidia), en la espalda va el número de su año de nacimiento y en el costillar su número de orden dentro de la camada.Los toros son anestesiados, sus cabezas son sujetadas y sus ojos tapados, pero aun así las reses resoplan, cocean y mugen, y en cuanto se ven libres del cepo que les impide cabecear salen corriendo en busca de sus compañeros ya marcados que les esperan en los corrales. Así a ciegas y a fuego, inician las reses su brava carrera hacia la muerte en la plaza. Todas las ganaderías madrileñas llevan a cabo el herradero entre noviembre y febrero.

Pero no todos los bebés bautizados a fuego ayer serán lidiados: "Algunos machos son desechados y las hembras que no se utilicen para carne pasarán a la manada", explica uno de los trabajadores que marca las reses. Es entonces cuando reciben su nombre. "Generalmente, los machos llevan el nombre de la madre en masculino y las hembras reciben nombres nuevos. Todos son apuntados en los libros genealógicos, junto con el número y los datos físicos", explica la representante de la Asociación Española de Ganaderías de Lidia encargada de anotar los datos del herradero que luego serán enviados al Ministerio de Agricultura.

Pero más allá del olor a pelo quemado y del trabajo con los hierros hubo toda una fiesta social en la que se reunieron más de 250 invitados. Entre ellos había ganaderos, toreros como José Tomás o Julio Vázquez, empresarios, directivos de multinacionales, alcaldes y hasta el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Bebieron vino en porrón, escucharon misa y degustaron las costillas con patatas preparadas en el patio de la finca.

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