Caja Madrid "oculta" datos a un juez para cobrar un crédito a un fallecido
Carlos Represa, abogado de un hombre que murió víctima del sida en noviembre de 1995, acusa a Caja Madrid de "ocultar datos a un juez" para cobrar un préstamo parcialmente impagado, por la muerte del deudor. El fallecido, José María S. B., de 29 años, obtuvo en octubre de 1994 un crédito de 1,5 millones para comprar un coche. Antes de recibir el dinero, la entidad le obligó, según Represa, a suscribir un seguro de vida y a buscar un avalista. El juez ha embargado ahora los bienes del avalista, tras estudiar la demanda de Caja Madrid, en la que nada se dice de que el fallecido disponía e un seguro de vida hecho por la propia caja.
El deudor principal falleció al año de recibir el dinero. Aun conociendo este hecho, Caja Madrid presentó una demanda en. el Juzgado de Primera Instancia 49 de Madrid sólo contra el avalista, Luis Muñoz Aranda, compañero de piso del fallecido. La demanda ocultaba dos datos que podían haber modificado la resolución judicial: uno, que él deudor principal había muerto; y dos, que ese crédito estaba cubierto con un seguro de vida de la propia entidad a través de su filial Caja Madrid Vida."La caja fue informada de la muerte de José María y de la existencia del seguro. Durante un tiempo se calló, pero luego, tras el cambio de gestores, de pronto nos hemos encontrado con la demanda y el embargo", detalla Represa. Caja Madrid reclama al fiador el principal del crédito -1,3 millones de pesetas- y las costas del proceso judicial, tasadas por la propia entidad en medio millón. "El fiador está absolutamente alucinado", indica su abogado.
El pago del crédito -concedido a un 13% de interés y con una comisión de apertura del 1%- se estableció en 60 mensualidades de 34.130 pesetas cada una (al final del crédito habría pagado algo más de dos millones de pesetas). El seguro importó 7.310 pesetas. "Sin él, Caja Madrid no le habría dado el credito", añade.
La póliza garantizaba el pago del préstamo en caso de "fallecimiento e invalidez absoluta o permanente por cualquier causa". La letra pequeña rezaba: "El asegurado declara que actualmente tiene plena capacidad para trabajar, que goza de buen estado de salud y que no padece enfermedad ni lesión de carácter evolutivo". José María sólo pudo satisfacer cinco mensualidades antes de morir.
"Cuando efectuó esa declaración", señala Represa, "ignoraba que tenía sida y menos aún que podía morir. De hecho, satisfizo algunas mensualidades, lo que demuestra que desconocía su estado de salud". No obstante, "y en el supuesto hipotético de que hubiese sabido que tenía sida, tampoco habría mentido al firmar el documento. Pues hay jurisprudencia que establece que los portadores del virus del sida no son enfermos". Se refiere a una sentencia de un juzgado de San Sebastián, que condenó a una compañía de seguros a indemnizar al hijo de una mujer que contrató un seguro sin manifestar que era portadora del VIH y que falleció tres años después.
"No hay engaño"
José María Stampa, abogado de Caja Madrid, negó ayer que la omisión en la demanda de la muerte del deudor y de la existencia del seguro se deba a una triquiñuela para engañar al juez. "No hay engaño, porque no hay ninguna obligación de exponer esos datos en la demanda". Según Stampa, la entidad puede actuar contra ambos (deudor y avalista) indistintamente, ya que se trata de un crédito "con fiador solidario". El letrado afirma que la caja está abierta al diálogo, pero que, de momento, "lo más útil que puede hacer el fiador", explica, "es pagar la deuda y luego pedirle a la aseguradora la devolución del dinero".Para ello, razona Stampa, debe localizar a un heredero del fallecido y que éste pida al hospital que atendió a José María un certificado que acredite la causa del fallecimiento. Pues hay algunas causas -por ejemplo, un suicido- que exoneran a las compañías del pago. Aunque Caja Madrid Vida pertenece a Caja Madrid, "se trata de compañías distintas", subraya.
"Veremos a ver qué piensa el juez cuando le informemos de lo que ha hecho Caja Madrid", advierte el letrado de los deudores. Y agrega: "La actitud de la entidad es repulsiva y prepotente. Es ella la que, a través del juez, debía haber averiguado lo que ya le dijimos hace tiempo y con papeles: que había muerto y que disponía de seguro firmado con la propia caja".
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