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El sida tiene un nuevo abanderado

La sanidad pública británica readmite por vez primera a un cirujano otorrino seropositivo

Isabel Ferrer

Los médicos y personal sanitario británico infectados con el virus del sida cuentan desde ahora con un abanderado dispuesto a demostrar con su quehacer cotidiano que la enfermedad no debe convertirse en una forma de discriminación. George Browning, un otorrino de 55 años, de renombre internacional, seropositivo, bisexual y padre de tres hijos, volverá a operar en diciembre si toma precauciones.Se trata del primer médico afectado que recupera su puesto en el Reino Unido, y deberá someterse a frecuentes revisiones e informar a los pacientes de su condición. Su especialidad, cirugía del oído medio, y el instrumental empleado, que le sitúa a considerable distancia del cuerpo del enfermo, no suponen riesgo alguno de contagio, y así lo ha- reconocido la asociación médica de Glasgow que representa a la sanidad en esta zona escocesa.

Browning ha esperado un año a que sus colegas le readmitieran. En 1994 se supo que un cirujano de la ciudad había dado positivo en una prueba para detectar el virus del sida. Cuando otro especialista fue nombrado en su lugar, el otorrino hizo público su nombre. Reconoció su estado y señaló que posiblemente lo había contraído a través de las relaciones homosexuales que ha mantenido. A partir de ese momento empezó para él una auténtica carrera de obstáculos. Fue apartado de su puesto de cirujano y relegado a la catedra y la enseñanza en los hospitales generales de la propia Glasgow y en Gartnavel. Los efectos de la tensión vivida se notaron el pasado jueves cuando no hacía más que jugar con sus manos y sonreír al anunciar que la veda del quirófano se había levantado. "Me encuentro muy bien de salud y espero tener una larga carrera por delante", dijo ese día a cuantos quisieron entrevistarle.A pesar de que ningún empleado de la sanidad pública británica ha contagiado nunca el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) a paciente alguno el comité consultivo nombrado por el Ministerio de Sanidad para estudiar casos similares ha preferido no precipitarse en readmitirle. Para sus miembros y la dirección hospitalaria de Glasgow del oeste" que incluye los centros donde Browning opera, su situación presentaba un doble matiz. Debían decidir, por un lado, el futuro profesional de un especialista muy famoso cuya pericia y conocimientos son escasos en el país. La seguridad de los pacientes y el miedo a un posible contagio tampoco podían ser ignorados. Al final, Sanidad ha reconocido que están a salvo, ya que no entra en contacto directo con ellos en ningún momento. El ministerio también ha señalado que supervisará el manejo del instrumental usado.

Su victoria ha sido bien acogida por los sanitarios también infectados que permanecen en el anonimato por miedo a perder el empleo. Según el otorrino, no quieren que se les estigmatice con una especie de mancha en su historial. Tanto ellos como los médicos están obligados en el Reino Unido a hacer público su estado o cualquier otra infección: por ejemplo, la hepatitis B.

En los últimos meses varios hospitales han tenido que llamar a centenares de pacientes operados por cirujanos que habían contraído esta última enfermedad para evitar sorpresas. Aunque no ha habido problemas, algunos médicos tuvieron que abandonar la consulta en más de una ocasión. La victoria de George Browning cambia las cosas. El tendrá que ir con la verdad por delante. Si es rechazado, podrá apelar y los pacientes tampoco perderán su puesto en la lista de espera. Si le aceptan, firmarán el correspondiente certificado expedido por e hospital.

Hasta la fecha, sólo un médico seropositivo, un dentista de Florida (Estados Unidos), contagió a una paciente por no tomar precauciones. Los estudios internacionales sobre el control del sida señalan que el contagio de un enfermero o médico por parte de un enfermo y su sangre infectada es mayor que al contrario. Para los que trabajan fuera del ámbito sanitario el caso puede tener repercusiones. La más visible sería la reducción de los costes en los seguros, de un 300% más entre los seropositivos. "Bien llevada, mi lucha puede favorecer a todos", ha dicho Browning, transformado en consejero espontáneo de otros afectados aún ocultos.

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