Renault y PSA recaban del Gobierno francés permiso para 40.000 prejubilaciones
La industria automovilística francesa vuelve a pedir auxilio al Gobierno. Tras la prima estatal por cambio de vehículo, que dejó de pagarse en octubre y no consiguió frenar la pérdida de mercado de los constructores nacionales frente a los asiáticos, PSA (Peugeot-Citroén) y Renault quieren ahora que se les permita prejubilar a unas 40.000 personas , de un total de 280.000. El coste de la operación para el contribuyente sería, según los cálculos de las dos empresas, de unos 500.000 millones de pesetas. PSA y Renault pagarían unos 250.000 millones, un tercio del total, según prevé la ley francesa.PSA y Renault presentan la operación como una cura de rejuvenecimiento. La media de edad de sus empleados ronda los 45 años, frente a los 34 de Mercedes, los 37 de la factoría de Opel en Zaragoza o los 29 de la factoría británica de Honda. Además está la pirámide de edades: más de la mitad de las dos plantillas francesas superará los 50 años en el 2000. Según Louis Schweitzer, presidente de Renault, y Jacques Calvet, presidente de PSA, el envejecimiento de la plantilla resta competitividad.
En realidad, el objetivo parece consistir además en una cura de adelgazamiento: quieren eliminar 40.000 trabajadores por un lado y, por otro, se comprometen a contratar 14.000 jóvenes en el plazo de tres años. El resultado final es, en el mejor de los casos, una reducción de plantilla de 26.000 personas. Los constructores franceses se han desprendido ya de casi 90.000 trabajadores en los últimos 15 años. Pero siguen perdiendo competitividad frente a los constructores alemanes y japoneses. La cuota de mercado conjunta de PSA y Renault en el mercado francés ha bajado del 65% al mínimo histórico del 52% en lo que va de década, y la pérdida de terreno se acelera cada año. La fecha crítica es el 1 de enero del año 2000, cuando, según el acuerdo Bruselas-Tokio de 1991, los fabricantes japoneses podrán acceder al mercado europeo sin ningún tipo de restricción. Schweitzer y Calvet creen que, en su estado actual, sus empresas no podrían resistir una competición abierta con Honda, Nissan o Toyota.
En el Gobierno francés no hay unanimidad respecto a la petición de PSA y Renault. El ministro de Industria está de acuerdo con los fabricantes. El superministro de Asuntos Sociales y Trabajo se opone. El ministro de Trabajo teme, además, que otros sectores económicos imiten a la industria automovilística. La reconversión de la banca es una de las grandes cuestiones pendientes en Francia, constantemente frenada porque sucesivos Gobiernos se han negado a conceder prejubilaciones.
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