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La canasta del millón

Los torneos europeos agotan la paciencia del aficionado con 817 partidos y continuos cambios de sistema y de nombre

Robert Álvarez

Las tres competiciones europeas de baloncesto dan cabida este año a 151 equipos y 28 liguillas en la primera fase, y cuando concluyan el próximo mes de abril habrán consumido 817 partidos y una buena dosis de paciencia de los aficionados. El afán de crecimiento no ha sido paralelo al de dotar de competitividad y atractivo los tres torneos continentales. Por perder, se ha perdí do hasta la denominación de origen y se ha fomentado la confusión. ¿Es la Euroliga el equivalente a la antigua Copa de Europa o al Campeonato de Europa de la pasada temporada? ¿Es la Eurocopa la Copa de Europa o la antigua Recopa? La Copa Korac es la única que permanece fiel a su nombre.Los esfuerzos de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) por robustecer la primera de sus competiciones, ahora llamada Euroliga, no han hecho sino complicar la fase regular, ahora dividida en dos, en lugar de hacerla más simple y atractiva. La Euroliga está ahora restringida a 24 equipos y, según unas nuevas condiciones de admisión, entre ellos ya no pueden estar algunos de los que antiguamente dejaban patente las diferencias entre el baloncesto profesional que se practica en unos pocos países y el resto. El salto de calidad, en cambio, ha sido socavado por un nuevo y todavía más enrevesado sistema de competición con una fase regular muy poco atractiva.

Engordar la Korac

Los equipos con menor calidad han pasado a engordar la Eurocopa y la Copa Korac. Algunos países, como España, ya cuentan en las competiciones europeas con la mitad de los componentes de sus ligas nacionales. Nada menos que nueve de los 20 clubes de la ACB compiten en Europa: Barcelona, Caja San Fernando y Estudiantes (Euroliga), TDK Manresa y Real Madrid (Eurocopa), y Unicaja, Taugrés, Cáceres y Granada (Copa Korac).Las competiciones europeas han mantenido un crecimiento sostenido durante los últimos años. Esta temporada, por vez primera, los datos parciales de las primeras jornadas empiezan a ser desalentadores. El público que asiste a los pabellones ha diminuido en un 7%. Los técnicos tienen respuesta para todo, pero ninguna de ella es lo suficientemente clara como para explicar por qué en la primera fase no queda eliminado ninguno de los 24 clubes participantes. ¿Para qué sirve entonces? Aun así, el presidente de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), Borislav Stankovic, se obstina en sus tesis: "La nueva Euroliga es más atractiva y a medida que avance la competición así se demostrará".

Emigran los mejores

La emigración de los mejores jugadores europeos a la NBA es otro aspecto decisivo en la pérdida de atractivo de las eurocopas. Está temporada las plantillas de la NBA registraban 17 jugadores europeos. Aunque alguno de ellos, como Paspalj, ha sido descartado y ha regresado a Europa, la liga americana priva a las competiciones europeas del concurso de figuras como Sabonis y Djordjevic (Blazers), Divac (Homets), Radja (Celtics), Kukoc (Bulls), Danilovic (Heat), Muresan (Bullets), Marchulenis (Nuggets), Smits (Pacers) y Schrempf (Sonics), todos ellos capaces de convertirse en jugadores franquicia de cualquiera de los mejores clubes de Europa.¿Por qué se produce esta creciente emigración? (en 1981 sólo había un jugador europeo en la NBA). Vlade Divac, el jugador serbio que ha pasado del Lakers al Homets, da alguna pista: "Sería interesante que se hiciera una Liga Europea con una quincena de equipos y una estructura parecida a la de la NBA. Si existiera un tipo de liga así, los jugadores no se irían. Por lo menos yo, en esas circunstancias, no hubiera firmado por el Lakers. Pero cuando uno llega a. nuestro nivel desea progresar, y por el momento eso sólo se puede conseguir en la NBA".

A la espera de la gran liga cerrada que se anuncia en el horizonte del año 2000, el baloncesto europeo continúa obligando a los mejores clubes a jugar las competiciones nacionales e internacionales y su infraestructura (legislación fiscal, contratos, derechos de televisión, patrocinadores y pabellones) es muy heterógenea. Un solo ejemplo de las desigualdades que imperan en los clubes europeos. Marc Lefebvre, presidente del ASVEL Villeurbanne, advierte: "Cuando yo le pago a un jugador 100 francos, me cuesta 170 francos con las cargas fiscales. Cuando un club griego paga 100 francos a un jugador, le cuesta esos 100 francos". El caso del Villeurbanne es el mismo que el de los clubes españoles.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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