Ochocientas mil chaquetas blancas contra el fútbol
Hay quien sostiene que se trata de un cambio de costumbres; los opositores más radicales estiman que es una salvajada más de la ignorancia o de la prepotencia de los poderes públicos. Lo cierto es que, los primeros tres días de la semana en curso, en Zaragoza, a lo largo de los debates y conferencias y coloquios del V Congreso Nacional de Restauración, bajo el lema "En el umbral del nuevo siglo", se arremetió con unanimidad y argumentos contra las televisiones públicas, nacionales y autonómicas, que, excepto el viernes, transmiten partidos de fútbol a la hora de cenar. Y la gente se manifiesta más enganchada al fútbol que a una buena mesa en esa hora precisa que ronda las nueve de la noche. La restauración supone, en España, 800.000 puestos de trabajo, y los restaurantes, bares y cafeterías facturan al año cerca de los nueve billones de pesetas. En el congreso precitado se reveló rotundamente la dimensión decisoria de las patatas y chorizos de la nueva o de la vieja cocina en España. El primer hervor lo protagonizó el rector magnífico de la Universidad de Zaragoza, Juan José Badiola; el catedrático de sociología Luis González Seara disertó sobre La hostelería y el recreativo; el catedrático emérito de nutrición y bromatología de la Universidad Complutense de Madrid se explayó perorando sobre Nutrición, placer y cocina; la licenciada en farmacia Paquita Ors dijo su palabra a propósito de La prevención del envejecimiento. Y a todos los participantes les dio tiempo para hacer sus presentes en la casa natal de Goya (250 años de su nacimiento) y para escuchar un concierto de guitarra a cargo de Javier Quevedo. La cultura y la cocina son uno. Y quedó claro que, si el fútbol a horas impertinentes no responde a un cambio de costumbres, sí es notorio que el mundo de la restauración, como le ocurre al mundo desarrollado, ha de lavarse la cara a diario o varias veces al día: no será posible ejercer en esta profesión de cultura y alimentación sin garantizar la calidad e higiene absolutas, empezando por lo más sospechoso, como pueden ser unos callos, unos chorizos, una albóndiga.Las llamadas "empresas amigas de la hostelería", como Vichy Catalán, Larios, Freixenet, Osborrie, Leche Pascual o Codorniú, han hecho pública su solidaridad con los hosteleros contra los horarios del fútbol; ya han retirado anuncios publicitarios de vallas y televisiones públicas. Todos argumentan con la misma letra y música que las pequeñas pantallas estatales y autonómicas son deficitarias en cientos de miles de millones de pesetas que pagan los ciudadanos, restaurantes incluidos.
¿Cómo hay que comer para sobrevivir mejor? Los tres genios modernos de la cocina, Robouchon, Arzak y Adriá (el Bulli de Rosas), ya se pronunciaron hace cinco días en Sant Andreu de Llavaneres (Barcelona) en el sentido del congreso zaragozano. Y, en Madrid, durante los tres últimos días, Freixenet, en una celebración multitudinaria cerró las noches Freixenet que, desde hace seis meses, se han desarrollado diariamente en 50 restaurantes madrileños. Objetivo: aprender a beber el cava. Paralelamente, en el Casino, ayer, puso punto final La fiesta de los champañas, organizada por el Comité Interprofesional de los Vinos de Champaña (CIVC), que ampara a las grandes casas y pequeños productores que laboran las 25.000 hectáreas de burbujas "medicinales y embellecedoras", poetizó un representante de Moet, que añadió: "si se saben beber".
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