José Saramago lleva a escena su rechazo a la cultura de la trivialización
"En La noche se plantea el rechazo a la cultura de la trivialización, esa especie de virus que nos está infectando y que hace que todos nos resignemos sin rechistar, de ahí que en el trasfondo esté denunciando que se haya perdido la capacidad de indignación", dice el portugués José Saramago de La noche, la obra con la que se da a conocer en España como autor teatral. "La he montado porque ofrece la posibilidad de hacer un teatro político, con una vigencia total, ya que trata de un tema de hoy, como es el ejercer un derecho esencial", dice Joaquín Vida, director del espectáculo. La noche se estrena hoy, dentro del Festival de Otoño, en el teatro Albéniz, donde permanecerá hasta el domingo.
"Vosotros, los españoles, la llamáis la revolución de los claveles, pero a nosotros, los portugueses, no nos gusta ese nombre, porque, pensamos que la revolución no se hace con claveles", dice Saramago sobre el acontecimiento en torno al cual gira su obra de teatro La noche, centrada en la tensión vivida en la redacción de un diario lisboeta la noche del 24 al 25 de abril de 1974. "De no haber existido aquello en Portugal, hoy estaríamos igual, porque se hubiera producido una transición al estilo español; pero sólo por vivir aquella ilusión y alegría valió la pena".
Sobre los periodistas
En esta ocasión, la prensa sufre los lúcidos análisis de la literatura de Saramago, quien, a pesar de tener escritas cuatro obras de teatro, no se considera dramaturgo, sino novelista: "Me convierto en escritor de teatro, cuando me lo demanda la sociedad". Respecto a los periodistas, dice no opinar nada en particular: "El disparate sería imaginar que los periodistas son una especie distinta. Hay buenos y malos, honrados y corruptos, no están hechos de una masa angelical", dice, "lo que pasa es que empiezo a exigirles, como a mí mismo, que sean limpios, que si no buscan la verdad porque no sabemos qué es, al menos que no se hagan portavoces de la mentira, porque los informadores pueden moldear la opinión y se les puede perdonar todo menos que caigan en la mentira".Para el autor de Ensayo sobre la ceguera, en La noche hay un conflicto entre izquierdas y derechas, entre esperanza y conformidad, esperanza e inmovilismo, esperanza y renuncia a la vida: "Detrás de la prensa hay un entramado de intereses y presiones que condicionan demasiado la libertad de juicio, pero la prensa debe buscar la verdad y denúnciar la continua hipocresía que está pudriendo la sociedad".
La noche ha sufrido alguna modificación respecto al texto, original, con el acuerdo entre director y autor: "La labor de dramaturgia es inevitable en cualquier montaje; el, autor no me aceptó el hecho de que el lenguaje, y sobre todo el que surge en una noche de tensión en el cierre de un diario, es más fuerte en castellano; no obstante, me admitió algunos tacos", asegura Joaquín Vida.
El director leyó las obras teatrales de Saramago y eligió La noche porque trataba un problema candente en España: el poder de la prensa. "Habla del dominio que la prensa ejerce sobre el poder político, y del poder que ejerce el dinero sobre la prensa", explica. Por su parte, el autor, que durante una época ejerció de periodista, dice que la obra recoge el espíritu de indignación: "La capacidad de indignación se ha perdido y es una pena, porque una de las funciones de los medios de comunicacion es la construcción del individuo, pero estamos en una sociedad en la que quien maneja todo es el poder financiero, que no ha sido elegido democráticamente".
Vida también habla del otro aspecto de la obra: "Se refleja la pugna entre periodistas progresistas y conservadores, los fascistas, los implicados en la policía política y la empresa comprometida con el poder". Esos periodistas son doce actores, entre los que se encuetran Nicolás Dueñas, Teófilo Calle y Ángeles Martín. Otro nombre de prestigio en el montaje es el del escenógrafo y figurinista José Hernández.
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