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Y Pizzi gritó ¡basta!

Treinta y un goles, máximo goleador de la Liga española, Bota de Oro europea... ¿Y qué? "Pizzi, caliente", le dijo Mourinho. Y Pizzi calentó. "Pizzi, salga", le ordenó Robson. Y Pizzi salió dispuesto a demostrar que su tarjeta de presentación, arriba indicada, sigue viva. 23 minutos después arrojó iracundo su chándal sobre el banquillo. Y explotó como lo haría cualquier desheredado: "¡No me jodas! ¡Estoy hasta los cojones!". La Liga de las estrellas no para de devorar magníficos futbolistas. Y, uno de ellos es Pizzi, que sustituyó a Stoichkov para dejarse el pellejo en el césped del Sánchez Pizjuán durante los 23 minutos que Robson le dejó. Mourinho justificó la decisión porque había que reforzar la zaga, porque el líder de la mejor Liga del mundo necesita acabar los partidos con cinco centrales. Y como sobraba un delantero, nada mejor que humillar a Pizzi. ¿Y Ronaldo? "De ninguna manera" dijo Mourinho. "Ronaldo podía solucionar el partido". Pizzi, por lo que se ve, no. Cota, contra la costumbre.

Estaba internacional el Rayo. Con tozudez, y con consuetudinaria unanimidad, firmaban sus goles los extranjeros de la plantilla. Ayer, en el Calderón, los de Paquito brindaron con las nubes. La bofetada al vecino fue sonora. Guilherme y Andríjasevic no quisieron romper la costumbre y pusieron su rúbrica a los dos primeros tantos. Era necesario que algún jugador español reaccionara, que le pusiera acento patrio a la fiesta. Que ya era hora, 14 goles después. Y apareció en el escenario el menos imaginado, el más intruso de todos. La memoria de Cota quizá guarde sólo un gol de su propiedad, o dos.

Diarrea en el Espanyol.

Escatológico se puso ayer Carcelén. Gozaba el Espanyol de un cómodo triunfo ante el Hércules y las cosas se torcieron. Marcó el rival y, según Carcelén, a los suyos les entró una repentina diarrea: "Durante los últimos diez minutos hemos sido un equipo cagón" dijo el técnico. "Y lo hemos sido jugando contra 10, que es aún peor".

Franco, Gil y los árbitros.

En el fútbol español hay sitio para todos. Gil busca un director de teatro, con el fin de que enseñe a sus jugadores a hacer eso que él llama "teatro tragicómico" con la habilidad del Mijatovic. Lástima que Futre esté en Inglaterra. Paquito, por su parte, prefirió la mitología griega: "Los del Atleti" dijo "se quejan más que los dioses". Quizá en el escenario aún quede sitio para el psicólogo que reclama Víctor Fernández. Y puestos a estar apretados, pues bien se les podría hacer un hueco a aquellos árbitros a los que Lotina, técnico del Logroñés, considera "imitadores de Franco".

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