Un caso de pesadilla
El pasado mes de agosto realicé un viaje a Estados Unidos con las líneas aéreas británicas durante el cual mi equipaje resultó extraviado. Desde entonces sólo puedo decir que he recibido un trato lamentable por parte de la compañía, que ni me supo decir dónde fue a parar mi maleta ni me ha indemnizado por el daño sufrido al volar con ella. Un caso de pesadilla.De poco me va a servir que me encuentren a un nuevo director de marketing -como dicen en su última campaña los responsables de British Airways- para sustituir al que ofrece fines de semana gratis. Yo lo que quiero es que me busquen mi maleta. Cuando yo volé no había ese ofertón, pero tampoco nadie me dijo que tendría derecho a viajar de uno a otro lado del Atlántico con las manos en los bolsillos. Mi caso, como pude comprobar a mi regreso a Madrid, era sólo uno de, al menos, decenas, y resulta frustrante pasar por la experiencia de tener que negociar con un gigante de la aviación comercial, el que, como mínimo, le informen al pasajero de qué pasó con su petate. La cosa sucedió en el ya lejano agosto... y aquí estamos: reclamando y sin respuesta.
El caso no tendría maldita la gracia si no fuera porque me ha tocado a mí, pero a lo mejor se trata de una nueva estrategia comercial que consiste en aligerar al pasajero del engorro de tener que arrastrar su propia maleta. Sin bromas: ¿es esto lo que cabe esperar de una compañía aérea, antes de bandera, después de venderla al capital privado? ¿Esa desatención forma parte de la carga que nos veremos obligados a asumir si queremos volar más y más barato?. ¿Una Iberia privatizada dejará de servirnos el zumo de naranja y, encima, se desentenderá de nuestro equipaje? Espero que, al menos, nos sigan dejando el cinturón de seguridad.-
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