_
_
_
_
_

Una sucesión díficil

"Cuando Julio nos preguntó qué nos parecía lo de dejar la dirección del PCE, nos quedamos callados como muertos. Cualquiera hablaba". Uno de los asistentes a la cena de septiembre relataba así la reacción de los invitados por Anguita. Reacción que explica en cierto modo el silencio público que se ha impuesto en la organización sobre su crisis interna. Fue Manuel Monereo quien planteó al líder la posibilidad de ir pensando en dejar el PCE. Y Mariano Santiso quien se atrevió a decir que no parecía que hubiera tanta prisa por tomar una decisión así.Pero lo cierto es que desde entonces Anguita ha pedido opinión a media docena de dirigentes. Les ha sondeado y, sobre todo, les ha hecho llegar su estado de ánimo por la situación en la que viven el PCE e Izquierda Unida. Anguita ha llegado a comentar que "está harto de éstos" -en referencia a, algunos dirigentes del PCE que le intentan imponer su política- y, más concretamente, "de los de abajo" -de los andaluces- Confía en tres o cuatro personas y del resto espera cualquier traición.

Más información
Anguita prepara su "retirada ordenada" de la dirección ejecutiva de Izquierda Unida y del PCE

Pero también los dirigentes, en apariencia muy cerca de Anguita, le culpan de haber configurado una fuerza política en la que la organización brilla por su ausencia. No hay mecanismos intermedios y de la base se pasa a la cabeza sin posibilidad de participación democrática real.

Esto ha hecho que no haya liderazgo distinto al del coordinador general y que, bajo una liviana cáscara de democracia participativa, en realidad, descanse sobre Julio Anguita el peso -y el poder- de la dirección. Y hace que su sucesión sea mucho más complicada y deba de contar, inevitablemente, con su aquiescencia y su apoyo. En un proceso natural, sostienen algunos dirigentes, lo lógico sería que Anguita siguiera un modelo similar al del PSOE: un líder que se reserva para actuaciones muy concretas y de gran calado y una dirección encargada del trabajo diario y que fuera cogiendo imagen pública.

¿Quién seá el ungido? No hay tantos, ni siquiera contando a los que se postulan a sí mismos. Pero todos coinciden en que el nombre que empiece a sonar ahora no tendrá posibilidad de llegar ni al próximo congreso.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_