¿Por qué no me dejan en paz?

Tengo la impresión, de un tiempo a esta parte, que se me ha dejado de lado. Y por una sola razón: no me interesan los deportes. Entendámonos, al deporte como una actividad de ocio, por puro placer de practicarlo, a eso sí yo me apunto. Pero el deporte de competición, el de campeonato, el de batir récords, qué quieren que les diga. Miren, a mí no me interesan los superdotados, los cuerpos preparados para ser los mejores, los número uno.No creo en las razas superiores, en los héroes modernos a los que se cubre de oro para luego dejar caer en solitario.

Y no soy yo sola la que piensa así, me consta; lo que ocurre es que estamos callados y nos hemos dejado acorralar por un deporte- adicción que no respeta a nadie. Cuando no es la Liga es la Copa, el Open o el Tour. La televisión me cuela en casa todo eso a las horas que me saben frente a la pantalla, y luego se regodea con la repetición de las jugadas, los mejores goles, el resumen de la etapa... No sirve de nada el zapping, todas las cadenas están confabuladas. Lo de este verano sin ir más lejos ha sido agotador, de verdad. Ahora me acabo de enterar que los lunes no teníamos fútbol. Me había pasado desapercibido porque a cambio debíamos tener básquet, o golf, o pesca de cangrejo. Pero se acaba de subsanar esa omisión, ya tenemos fútbol el lunes. Sinceramente, creo que se está desvirtuando el deporte, que priman otros intereses de tipo económico, político u otras hierbas. Y hablando de hierbas, a mí, el césped de los campos de fútbol no me preocupa en absoluto, así que, por favor, ¿por qué no me dejan en paz?