La hipótesis del milagro republicano
Supongamos que Bob Dole es considerado el triunfador del, debate electoral en Hartford. Con aplomo y consistencia, el candidato republicano consigue arrinconar a Bill Clinton y retratarlo como un izquierdista que ha subido los impuestos: un personaje en quien no se puede confiar. Al día siguiente, Dole recupera cinco puntos en las encuestas, y se coloca a siete.
Supongamos que,a partir de ahí, empieza una campaña llena de energía. El primer recorrido es en autobús y a través de uno de los principales caballos de batalla electoral, el Estado de Nueva Jersey. Dole consigue convencer a la audiencia. Las encuestas le dan otro crecimiento de cinco puntos, y lo colocan a sólo dos del presidente Clinton.
Supongamos que Bob Dole sigue en forma, que llega a San Diego el día 16 más joven que nunca y vuelve a vencer en un debate electoral en el que consigue transmitirle a la nación un proyecto de esperanza y de ilusión para el siglo XXI. Nadie se acuerda ya de sus 73 años. Las encuestas le otorgan otros cinco puntos de mejora, y Bob Dole se coloca, por primera vez, con ventaja.
Supongamos que desde ahí hasta las elecciones del 5 de noviembre, Clinton, hundido en la depresión, no consigue reaccionar. Sus asesores no encuentran ni un sólo trapo sucio que sacar contra Dole. Para colmo, la prensa ha vuelto a poner de actualidad el escándalo Whitewater.
Supongamos que ésa es la situación que precede a la votación y que Bob Dole es el presidente electo.
EE UU es una nación de fe. ¿Por qué no creer en los milagros?
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