Policías palestinos, de matones a héroes
La lucha de los temidos agentes de Arafat contra las tropas israellíes despierta la admiración de su pueblo
La carretera que une Jerusalén con la vecina ciudad cisjordana de Ramala todavía exhibe las huellas de la violencia entre fuerzas palestinas e israelíes. Pero entre escombros, piedras y cartuchos usados de gas lacrimógeno se registra un cambio. Un sentimiento de admiración hacia los hombres uniformados de Yasir Arafat está surgiendo dentro de la población palestina, que hasta hace poco repudiaba a las fuerzas policiales."Son nuestra única defensa", decía Munir Abu Jaled, un comerciante de Ramala cuyo hermano menor fue herido por el fuego israelí en los feroces enfrentamientos del pasado jueves. "Los israelíes tienen tanques, helicópteros y vehículos acorazados. Nuestros Muchachos están armados con armas ligeras y no todos han recibido entrenamiento adecuado. Con todo, se han comportado como héroes" agregó.
Los sangrientos acontecimientos provocados por la decisión israelí de abrir un túnel en el corazón de Jerusalén, catapultaron a las fuerzas policiales palestinas a un papel protagonista. Los mismos policías que eran vistos con temor, recelo y hasta desdén son indudablemente las figuras del momento. "De no haber sido por ellos, los israelíes nos habrían matado a todos", comentaba alborotada una ama de casa palestina desde cuyo balcón con templa un puesto de control palestino, donde hombres que visten con gran variedad de uniformes piden documentación a todo el que pasa y matan el tiempo con versando con chavales con tirachinas. "Son una garantía", agregó la mujer.
Pero los policías palestinos son también la columna vertebral del Gobierno de Arafat, el pilar fundamental de un régimen que tortura a sus opositores, impone sus caprichos, usa influencias y amedrenta y silencia a los críticos de la caótica y a menudo corrupta Administración Nacional Palestina. En noviembre de 1994, agentes palestinos mataron a docenas de militantes de Hamás en la mezquita principal de Gaza en uno de los capítulos más luctosos de la autonomía palestina y que a Arafat le costó una profunda división en su pueblo. Este año, la policía palestina fue blanco de la condena intemacional por la detención y tortura de Iyad Sarraj, un activo defensor de los derechos humanos que se atrevió a denunciar los abusos policiales en una entrevista con The New York Times. Y todo el mundo parece estar convencido de que los policías han actuado siempre como extensión del brazo represivo de Arafat contra la prensa, confiscando diarios e intimidando a periodistas para que Arafat salga siempre bien en los periódicos, la radio y la televisión de Gaza y Cisjordania.
Incidentes de menor repercusión política han contribuido a eliminar casi totalmente la simpatía popular hacia los hombres de Arafat. Por ejemplo, a comienzos de año la policía detuvo y propinó una brutal paliza a un reportero palestino por fotografiara un burro que vagaba por las playas de Gaza. La policía le acusó de "conspirar contra la imagen de la sede del Gobierno palestino". Y hace dos meses, una niña de Gaza de 11 años murió acribillada cuando dos patrullas de la policía decidieron disputarse a tiros un espacio de aparcamiento.
Todo esto pertenece ahora al pasado. Los combates de la pasada semana han modificado la imagen de la policía, y sus comandantes dicen estar dispuestos a emplear la máxima energía posible para inculcar disciplina y contener desmanes. Consciente de que si se registran nuevos choques armados la situación puede fácilmente escaparse de todo control, Arafat ha dado órdenes a sus agentes de contener las manifestaciones en Gaza y Cisjordania, pero sobre todo, de abstenerse de disparar contra los israelíes. En Nablus se cita el caso del teniente palestino Jaled Rawajbe como ejemplo. Rawajbe ha perdido sus galones y está entre rejas por desafiar las órdenes de no abrir fuego. Hasan Rawajbe, su hermano, decía ayer: "Jaled era consciente de que debía acatar las órdenes. Pero no le quedó otra opción cuando vio que los isarelíes abrían fuego contra un grupo de manifestantes".
En la frontera entre Ramala y Jerusalén, un coronel palestino llamado Mohamed Assad, un ex guerrillero que pasó gran parte de su vida combatiendo al lado de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) -en Líbano primero, y en el exilio de Argel, después- opinaba que los policías palestinos tienen hoy pocas opciones. "Toda acción genera una reacción", dijo, "y si los israelíes atacan a nuestra gente, nosotros no podemos quedar de brazos cruzados. Si nos ponemos a reprimir a los manifestantes nos convertiremos en el enemigo de nuestro pueblo. No podemos intervenir". Nadie mejor que los agentes desplegados en las nuevas líneas de frente para sopesar ese riesgo. En más de una ocasión, los manifestantes han dirigido sus pedradas hacia la policía palestina cuando ésta intentó evitar enfrentamientos con los israelíes.
Veteranos guerrilleros y jovenes de la Intifada
Los aproximadamente 35.000 policías palestinos están repartidos en al menos seis servicios diferentes. Aparte de la fuerza policial regular, Yasir Arafat cuenta con un abanico de organismos de seguridad y unidades paramilitare entrénadaspara actuar en disturbios callejeros y la llamada Fuerza 17, el batallón de ex guerrilleros que componen la guardia personal de Arafat.Sin embargo, no todos han sido combatientes. Cuando Arafat se instaló en Gaza en julio de 1994, uno de sus primeros objetivos fue el de reforzar las fuerzas policiales con la doble intención de montar un aparato para controlar a sus rivales islámicos y poder dar empleo a millares de palestinos. Muchos de los jóvenes de la Intifada llevan hoy el uniforme de la policía."Esté o no de acuerdo con Arafat, el jefe me ha dado trabajo y puedo mantener a mi familia", dijo Ramzi Abu Said, un joven policía de Ramala que gana 250 dólares (unas 32.000 pesetas) al mes. El jefe también les ha provisto de armas, en su mayoría fusiles de asalto Kaláshnikov AK-47. Donaciones varias de países interesados en apuntalar el proceso de paz les han dotado de algunos carros blindados, motocicletas y camionetas. Israel, que acusa a Arafat del estallido de la violencia de la semana pasada, ha sugerido que podría desarmar a la policía palestina. "Eso jamás", decía un policía que custodiaba la entrada a Belén. "Estas son nuestras armas y con ellas defenderemos nuestros derechos. Si quieren nuestros fusiles, que vengan a por ellos", exclamó desafiante blandiendo en alto su Kaláshnikov.
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