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Estudiantes rompe su mala racha

Después de una semana de pasión marcada por el partido ante el Madrid y la sufrida victoria en Berlín, el último obstáculo que le quedaba por salvar a Estudiantes constaba de un rival necesitado de triunfos, un partido descarnado y un extenuante ejercicio de concentración para aliviar el cansancio de los últimos siete días. Y tenía que hacerlo en una cancha en la que los partidos terminan sembrados de pequeños terremotos y se solventan sólo en los minutos finales.

El choque con tal escenario le cayó a Estudiantes en frío y lo encajó sin pestañear, pero tuvo que sufrir 40 minutos de contradicciones. Así pasó de la suficiencia desmedida del comienzo a una fragilidad sin continencia al inicio de la segunda parte.

El equipo leonés dejó inacabado un trabajo dibujado a su manera, deslavazado y muy metido en la lucha física. El partido había que ganarlo sin el manual táctico en la mano y los hombres de Aranzana terminaron por atropellarse en el intento de avivar el ritmo del partido. El Baloncesto León buscaba abusar de una teórica superioridad física sobre un rival cansado pero cuando tuvo el partido en la mano, a tiro de una canasta, perdió el rumbo que había extraviado ya en ocasiones anteriores cuando surgía la ofuscación por la interminable sucesión de pérdidas de balón.

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