El Atlético pisa firme en Europa

Cuando aprieta el frío el juego se encoge. Y cuando llueve. Así acostumbran a dictarlo las leyes del fútbol. Aunque no ayer, pese a que hizo frío en Lodz (ocho grados) y sobre su suelo no dejó de caer agua, en toda la noche. El piso quedó resbaladizo y el balón, envenenado, pero la cita, si bien perdió algo de vistosidad, conservó elementos suficientes para no verse mermada de atractivos. Casi todos los puso el Atlético, que completó otra noche europea redonda, llena de goles (dos de ellos, como el día del Steaua, con la firma de Simeone), de autoridad y de solidez.Finalmente Radomir Antic no se decidió. López se quedó de salida en la caseta y Aguilera mantuvo la titularidad. Es decir, a última hora, el técnico prefirió apostar por la profundidad antes que por el carácter. Lo demás, el estilo de juego; la actitud del equipo y su colocación en el campo, fue lo anunciado. O sea, lo de siempre: una salida a toda velocidad, una defensa muy adelantada, poco toque en la medular, la explotación de las bandas y el fútbol directo y frontal.

La fórmula volvió a dar resultado al Atlético. Y muy pronto. A los dos minutos, Toni y Aguilera ya habían conseguido poner en aprietos al guardameta polaco. Enseguida llegaron los goles. Superada la primera media hora de reunión, los rojiblancos tenían el partido bajo el brazo, los tres, puntos en el bolsillo. Las apretadas marcas personales de los anfitriones no consiguieron frenar al Atlético. Tampoco su pelea, ni la fogosidad de sus aficionados (aguantaron con estoicismo la lluvia pese a que el campo estaba descubierto por todos lados). Pantic y Simeone, tras recibir dos tesoros desde las bandas, descubrieron con facilidad la portería contraria.

Pero fue precisamente entonces, cuando el 0-2 iluminó el marcador, cuando asomaron los problemas para el Atlético. El Widzew Lodz, que hasta entonces había aceptado el mando del adversario, se decidió a entrar en el partido. Y lejos de hundirse por el varapalo empezó a aparecer por las proximidades de Molina, que tuvo que emplearse a fondo en un mano a mano con Dembinski.

Poco antes del descanso, Citko, ese medio punta al que tanto temía Antic en la víspera, dibujó el lance más bonito de la jornada, aún a costa de dar un serio disgusto al Atlético. Agarró el balón en el medio del campo, levantó las cejas, vio adelantado a Molina y, desde allí, con un toque dulce y preciso, consiguió sorprenderle. El partido ganó en emoción.

Acarició el empate el bando local nada más estrenarse la segunda parte (Molina, espléndido otra vez en los uno contra uno, le sacó un balón mortal a Citko), pero fue el Atlético el que golpeó de verdad. Cosido a la jugada que le dio el partido (llegada por banda, centro al área, remate y gol), los madrileños encontraron dos nuevos tantos. Y cerraron el partido, que ya quedó a merced del Atlético.

Su paso por la Liga de Campeones es firme, convincente, casi demoledor. Dos rivales se han cruzado en el camino del Atlético, los dos más débiles del grupo, y a los dos ha superado con una tunda de goles escandalosa. No falló en casa ante el Steaua y no falló fuera en Lodz. El Atlético domina por ahora en su grupo con autoridad pero su rival parece claro que es el Borussia Dortmund, que también suma ya dos victorias en dos partidos.