Turismo en prácticas
Profesores de autoescuelas japonesas curiosean por las pistas de examen de Móstoles
Un grupo de 31 delegados de las autoescuelas de Japón visitó ayer las pistas de examen de tráfico de Móstoles para conocer el sistema español de educación vial, antes de visitar el museo del Prado y comerse una paella. La primera reacción de Nakaba Nakamura al salir de la terminal internacional del aeropuerto de Barajas fue echarse las manos a lá cabeza. Ante su mirada aparecía un paisaje caótico de coches en doble y triple fila, taxis rodeando el edificio y autobuses que taponaban las rampas de las aceras, reservadas a carritos y a minusválidos. El vicepresidente de la Federación de Autoescuelas de Japón se dio cuenta enseguida de que Madrid tiene un grave problema de tráfico.
Esta sospecha se reforzó ayer cuando el japonés se vio obligado a utilizar la carretera de Extremadura para acercarse hasta Móstoles (199.400 habitantes). Tanto Nakamura como sus acompañantes pudieron comprobar la interminable caravana de vehículos que, sobre las ocho de la mañana, estaba detenida a las puertas de la Cuesta de San Vicente.
Sólo llevaban 16 horas en Madrid y ya podían hacerse una idea de la cantidad de trabajo que soportan los dos centros de exámenes de tráfico de la región (Móstoles y Alcalá de Henares).
Por la pista de Móstoles, la más grande de la región, pasan a diario 1.500 alumnos para el examen teórico y práctico. En Japón, las propias autoescuelas disponen de su propia extensión de terreno donde sus profesores examinan a los alumnos.
Para muchos aspirantes al aprobado que aguardaban ayer en el centro mostoleño de exámenes, el sistema japonés -la propia autoescuela da el aprobado- resultaría "impensable" en Madrid porque eso abonaría la picaresca. Paloma Martín, una joven de 19 años, y sus dos amigas comentaban que si en España ocurriera igual ellas no se habrían examinado por tercera vez. "Después de suspender el examen teórico la segunda vez, ya habríamos intentado comprar un jamón a nuestros profes para que nos aprobaran", comentaban entre risas.
Sus carcajadas se congelaron en la instantánea que les tomó Shamo, otro japonés que hizo la visita al centro de exámenes con su cámara fotográfica pegada a la cara. "Hay muchas cosas que nos extrañan de su sistema de enseñanza", dijo Shamo en perfecto inglés, "entre ellas que el alumno coja el coche por la carretera desde el primer día".
Según Daniel Victoria, presidente de la Asociación de Autoescuelas de Madrid, para lis profesores madrileños el interés de la visita radicaba en "arrancar" a los japoneses el secreto por el que lograron reducir el número de accidentes a la mitad, ya en los años setenta. En Japón, el número de accidentes es tres veces menor", aclaró.
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