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GESTIÓN CULTURAL

El Círculo de Bellas Artes sale de su agonía para convertirse en el gran centro cultural

El emblemático Círculo de Bellas Artes, dedicado desde hace más de un siglo al ocio y la cultura, va a poder llevar a cabo, tras la larga agonía financiera de los últimos años, su proyecto de convertirse en la mayor institución cultural y con mayor apoyo popular de la ciudad. La Comunidad de Madrid ha sido quien, con sus 200 millones anuales, ha dado el impulso a esta entidad, cuya eufórica junta directiva presentó ayer la nueva y desbordante programación, así como las múltiples novedades previstas para el edificio de 17.500 metros cuadrados de la calle de Alcalá.

Una librería de 320 metros cuadrados; una sala permanente de exposiciones de [Patrimonio del Círculo de Bellas Artes, al que se ha incorporado el legado de Juana Mordó y Helga de Alvear; la edición de la revista Minerva y la reapertura del reformado teatro Fernando de Rojas, habilitado para todo tipo de espectáculos, serán las principales novedades. Esta sala se inaugurará pasado mañana con La raya en el agua, espectáculo conceptual, de música y acción, dirigido por José Luis Raymond y compuesto por José Luis Turina. Todo ello lleva consigo que el proyecto del centro cultural, popularmente conocido como Leguidú, en la antigua fábrica de cervezas El Águila (distrito de Arganzuela), sufra una importante reconsideración."Lo más urgente era impedir que el Círculo se hundiera y carecería de sentido tener dos centros culturales que se hicieran la competencia", dijo ayer Ruiz-Gallardón, quien también manifestó que el total de las necesidades culturales de la ciudad no caben en el Círculo, por lo que el Leguidú sufriría una redimensión.

"Participamos en muchas realidades culturales y una será ésa, ya que esperamos que el futuro de ese edificio esté relacionado con actividades cultura les, artísticas y toda la infraestructura administrativa que generan dichas actividades", dijo el presidente de la región.

Impulso renovado

A pesar de la secular crisis, el Círculo de Bellas Artes ha vivido en los últimos años un renovado impulso, que ahora trata de consolidar gracias a los apoyos recibidos.Por otra parte, tanto Alberto Ruiz-Gallardón, presidente de la Comunidad de Madrid y del nuevo consorcio de esta entidad, como Juan Miguel Hernández de León, presidente del Círculo de Bellas Artes, deja ron claro ayer que el espíritu de independencia que siempre ha regido esa casa quedará intacto.

"Ha sido una apuesta muy meditada", dijo Ruiz-Gallardón, "nos acercamos al mundo de la cultura con una función de patrocinio, pero con un absoluto respeto a la autonomía de la capacidad creadora... No hay nada más lejos del dirigismo que el convenio que vamos a firmar", señaló. Las actividades del Círculo de Bellas Artes seguirán programadas por sus órganos de dirección, que emanan de los socios de esta entidad.

Por si alguien duda de la futura independencia de este organismo, su presidente dejó claro ayer que el Círculo segui-rá abierto y amparando al Club de Debates Urbanos, asociación privada, formada mayoritariamente por arquitectos y urbanistas, que constantemente denuncia lo que considera tropelías y desaguisados urbanísticos, tanto del Ayuntamiento como de la Comunidad madrileños.

El Círculo de Bellas Artes, sociedad privada dedicada al ocio y la cultura, con más de un siglo de funcionamiento sobre sus espaldas, vivía estos últimos años una contradicción que había sumergido a esta entidad en una secular crisis.

Por un lado, ser hilo conductor entre las propuestas artísticas más novedosas y su público destinatario con el objetivo de convertirse en la gran institución cultural de esta ciudad, y por otro, ir acumulando una deuda, que continuamente Ponía en peligro no sólo el mantenimiento de sus actividades culturales, sino la propia existencia de este centro.

Salvar el Carnaval

Ahora tienen un nuevo impulso toda esa serie de actividades, entre las que se encuentran exposiciones de pintura, fotografía, diseño, arquitectura, obra gráfica, espectáculos de diferentes tendencias escénicas, conciertos que recogerán diversos géneros musicales, todo tipo de manifestaciones en torno al mundo de la literatura o el cine, actividades infantiles y juveniles, festivales multidisciplinares, talleres de artes plásticas, escénicas, literarias, coreográficas, cursos y seminarios, además de las conocidas fiestas del Círculo, entre las que destaca el popular Carnaval.Ha sido la Comunidad de Madrid, y los 200 millones anuales con que va a apoyar a esta institución, la que ha sacado al Círculo de la agonía que impedía la revitalización de esta entidad, cuya sede, construida en 1929 por el arquitecto Antonio Palacios, cuenta con 17.500 metros cuadrados.

Hasta ahora la Comunidad de Madrid aportaba 100 millones, pero también asumirá los que se supone que debería poner el Ministerio de Cultura. El Ayuntamiento de la capital aportará 25 millones de pesetas.

A ello hay que unir otras ayudas provenientes de otras administraciones, así como de distintos patrocinadores privados.

Hostiles y amatorias

De hostiles y amatorias calificó anoche el presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, las relaciones entre la política y la cultura, en la fiesta que se celebró en el salón de baile del Círculo de Bellas Artes. Lo dijo después de la intervención de Juan Cruz, director de Alfaguara, maestro de ceremonias de la noche y representante de una de las novedades del Círculo -la librería Crisol- y de las palabras de agradecimiento de Juan Miguel Hernández de León, presidente de la entidad, no sólo a los que estaban presentes, sino a los que estuvieron en los últimos y duros años del Círculo, y a los que se han comprometido a apoyarlo.El motivo del encuentro era celebrar el comienzo de la nueva temporada cultural. Una temporada singular que tiene previsto transitar por todos los territorios de la creación, incluso los más rompedores. La fiesta y sus invitados también eran eclécticos. Desde exquisitos intelectuales de la talla de Francisco Ayala o Mario Benedetti a los más conceptuales como Carlos Berlanga o José Miguel Ullán, o peleones como las gentes del Club de Debates Urbanos. Además se citaron profesionales del mundo de la comunicación como Juan Luis Cebrián y Pedro Altares; políticos variopintos entre los que se encontraban Carmen Alborch y Cristina Almeida; gestores culturales como Ignacio Amestoy o Carlos Ortega; creadores como Gutiérrez Aragón y Juan José Millás y así varios cientos de personas que no estaban allí por tomar una copa sino por apoyar un proyecto cultural que todos parecen percibir como una urgencia.

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