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También admitimos dólares

Malabaristas, bailarinasy juglares llevan Tres Cantos al medievo

Una zancuda jorobada no muy agraciada por la madre naturaleza buscaba ayer desesperadamente novio en la avenida de la Luz de Tres Cantos (25.000 habitantes). Y como vio que no le salía ningún pretendiente entre el público que la rodeaba, dejó el romanticismo a un lado y optó por solicitar dinero: "Dennos unos pocos maravedíes, doblones o monedas en curso del lugar. Admitimos hasta dólares y, si alguno ha traído la Visa, tampoco la rechazamos", explicaba a los curiosos congregados en torno a ella.Este personaje fue uno de los 10 comediantes de la compañía de teatro Gusarapo que durante toda la mañana de ayer deambularon por el mercado medieval montado este fin de semana en la avenida de la Luz de la localidad. Durante 48 años el municipio más joven de la Comunidad entró así en el túnel del tiempo para transportar a decenas de vecinos y visitantes a un típico escenario del medievo, aunque, como dejó bien claro la zancuda, el sabor antiguo no está reñido con la tecnología punta del momento.

Entre farolas adornadas con estandartes y pendones y con el suelo cubierto de paja, un racimo de pipirijaineros acompañados del grupo de música tradicional Rezumba comenzaron a las 11.30 de ayer a caldear el ambiente con olor a azahar que rodeaba el mercado. La misión de los malabaristas, las bailarinas y los acróbatas ataviados de época era invitar al público a comprar los productos de los cerca de cuarenta artesanos que -también vestidos con sayones, calzones y trajes de la moda de hace cinco siglos- poblaban el bulevar de la avenida vendiendo todo tipo de cachivaches y abalorios en madera, cuero, vidrio, cartón, alpaca, hojalata, bambú y plata, entre otros.

"La gente lo que quiere es novedad, porque está acostumbrada a ver ferias de artesanía por todas partes. Con el espectáculo que se monta en estos mercados medievales conseguimos que se venda artesanía de muy buena calidad a la vez que la gente se lo pase bien metida en el ambiente de hace muchos años", comentaba Amparo, una artesana que trabaja el papel desde hace cuatro años. La idea de congregar a artesanos, actores y músicos para ambientar estos mercados no la tuvo nadie en concreto y la tuvieron todos a la vez: "Habíamos coincidido en otros sitios y en un momento dado pensamos que todos juntos podríamos hacer un mercado medieval donde se involucrara al público con actuaciones a pie de calle", dice Esther Frías, una de las actrices. Héctor, un niño que disfrutó ayer del espectáculo callejero, estaba entusiasmado con la cabriolas de los malabaristas, porque, a sus siete años, no había visto nunca una cosa parecida. Con los ojos muy abiertos, fue uno de los que depositaron una moneda rubia de curso legal en la bandeja de la zancuda jorobada.

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