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GENTE

DE PASO PARA CASA

La han llamado Boca de Rosa, evocando una canción de Fabrizio de André de hace 30 años. Es tunecina y no han dado su nombre, aunque sí el de sus explotadores, un connacional y dos italianos. Boca de Rosa ejercía de prostituta en Partinico, un pueblo de 26.000 habitantes, a 29 kilómetros de Palermo, de donde ha tenido que salir escoltada por los carabineros tras la denuncia de decenas de mujeres de la localidad, amotinadas, pero no por moralismo siciliano, sino porque sus maridos pasaban demasiado tiempo entre las sábanas de pago. Vivía en un pequeño apartamento del centro histórico en compañía de una amiga, donde alquilaba sus 33 años a 2.500 pesetas la ocasión, y su éxito era tal que los hombres, al volver del trabajo, hacían a menudo una paradita antes de ir a ejercer de aplicados padres y fieles esposos. Uno de los italianos a los que tenía que rendir cuentas, Salvatore Mattina, de 63 años y padre de 12 hijos, no sólo era su anzuelo y propagandista, sino también el que avisaba con un silbido si se producía alguna novedad en el frente. Los carabineros, con la centralita atascada de santas esposas en armas, irrumpieron en el piso de la tunecina, que por cierto encontraron lleno de agricultores y jubilados en paños menores en el mejor de los casos. Boca de Rosa, experta en la iniciación de los muy jóvenes, eso sí, bajo estricto control paterno, se ha ido de Partinico. Y parece que así el honor doméstico ha quedado a salvo.-

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