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De Benedetti no dió resultados

La Bolsa recibe muy positivamente la dimisión del 'ingeniere' y Olivetti gana cuatro puntos

"En el mercado británico y en el norteamericano, vale la regla de que al que no da resultados, se le echa. Es una regla a la que, como directivos, estamos naturalmente sometidos", dijo Carlo de Benedetti hace un año, tras anunciar la gran ampliación de capital de Olivetti en la que perdió el control de la sociedad. Ahora, al explicar los motivos de su dimisión de todos los cargos en el grupo, ha reiterado: "Afirmé entonces que si Olivetti no volvía a dar beneficios en 1996, sacaría las consecuencias". Olivetti sigue perdiendo y el mercado ha impuesto su lógica. Por si alguien tuviera dudas sobre cómo ven los mercados al primer grupo informático italiano, la bolsa se encargó de recibir ayer la dimisión del ingeniere con ganancias inmediatas de hasta ocho puntos para las acciones de Olivetti, aunque en el transcurso de la jornada la subida se fue moderando hasta los cerca de cuatro puntos registrados por la tarde. Otra fuente significativa, los órganos de información que pueden estar más cerca a las entidades financieras y fondos de pensiones anglosajones que, tras convertirse en 1995 en accionis tas importantes de Olivetti, han precipitado la salida del hombre que dirigió el grupo durante las, dos últimas décadas, han acogí do con idéntica satisfacción la dimisión dé De Benedetti. "Si hubiera sido presidente de una sociedad británica o norteamericana, se habría tenido qué mucho antes", decía ayer el Financial Times.

Alivio en las finanzas La salida de De Benedetti "ha suscitado sorpresa y alivio en muchos ambientes financieros", coincidía el Wall Street Journal, que añadía: "El consejero delegado Caio ha vencido una batalla clave, y podrá sacar al grupo del sector de los ordenadores" Paralelamente, los sindicatos anunciaban una huelga del grupo a nivel nacional para impedir el desmantelamiento de la producción de ordenadores personales y defender el empleo. También uno de los directores generales, Renzo Francesconi, expresó su disconformidad. presentando su dimisión.

En medios próximos a Olivetti se daba cuenta ayer de que el ingeniere intentó quedarse hasta el último momento y que fuera Francesco Caio quien dimitiera para zanjar el conflicto entre consejero delegado y presidente sobre la, dirección de la empresa que había resonado en las bolsas durante los últimos días. Pero De Benedetti hubo de reconocer, finalmente, que la dimisión de Caio, apenas tres meses después de que fuera nombrado como hombre de confianza del presidente, habría precipitado la cotización de las Olivetti muy por debajo de los nueve puntos, que habían perdido en las últimas 48 horas.

Esto es algo que Carlo de Bendetti no podía permitirse, porque no miente cuando dice que es un hombre del mercado con todas las consecuencias. El Ingeniere ha hecho su importante carrera empresarial sin, contar apenas con fuentes financie ras propias, de cara a, los inversores y sobre la base de su confianza. Perdida ésta, le queda poca cosa.

Nacido hace 62 años en Turín, Carlo de, Benedetti fue uno de los muchos pequeños empresarios italianos, forjo en La Compañía Italiana de Tubos Metálicos Flexibles, la sociedad paterna, hasta que, en, 1976, Giovanni Agnelli le nombró le consejero delegado de Fiat. El nombramiento tuvo un aspecto sorprendente, porque incluyó el canje de la empresa familiar del ingeniere por el 5% de Fiat. Pero más sorprendente aún fue que el nuevo ejecutivo del primer grupo privado italiano durara en su codiciado puesto menos de 100 días. De Bendetti sostiene que ni Uniberto Agnelli ni Cesare Romiti, con los que tenía que compartir poder, le permitieron realizar los cambios drásticos que pretendía en Fiat.

Y dio un portazo, aunque lo suficientemente indemnizado pomo para comprar y capitalizar CIR, su sociedad emblemática. En 1978, desde ésta, compró el 15% de Olivetti. El saneamiento, y reconversión de lo, que básicamente era una fábrica de máquinas de escribir hacia la informática ha sido el gran empeño empresarial de Carlo de Benedetti, la madre de todas sus demás, aventuras. Pero la crisis del mercado del ordenador personal minó irremisiblemente tales conquistas. El último intento de De Benedetti estaba siendo volver a transformar su empresa informática en un grupo de telecomunicaciones. Pero no ha sabido reAunciar totalmente al pasado, ni actuar con suficiente prisa.

Fin del capitalismo, familiar

A ningún medio de comunicación italiano se le pasaba ayer por alto que, más allá del caso personal, el cese de Carlo de Benedetti en Olivetti, significa el fin de un capitalismo familiar especialmente perdurable en su país. Basta recordar los llamados condotieri que la prensa internacional admiró en los años ochenta. Raúl Gardini se suicidó. Silvio Berlusconi ha tenido que desdoblarse en político y renunciar a una parte de su poder de gestión para salvar sus empresas. Giovanni Agnelli ha cedido la presidencia efectiva de Fiat a un Cesare Romiti que proclama la muerte de las familias.Carlo De Benedetti ha sido, en ese contexto, un caso especial, una entidad indudablemente familiar por el nivel de control personal que imponía en cada terreno empresarial que pisaba, pero también un exponente antifamiliar por, su dependencia de fuentes abiertas y externas, volcado en la bolsa. Una especie de anti Berlusconi, y no sólo bajo esa faceta. Un poco en la tradición de Adriano Olivetti, el fundador de la empresa que le ha dado fama, De Bendetti ha sido el empresario italiano más abierto a entenderse con la izquierda política. Pero también el más lanzado a aventuras peligrosas que le han creado enemigos dentro y fuera de Italia.

Las más memorables fueron la fallida escalada a la Societé General des Banques (SGB), el primer banco belga, y la disputa del grupo Mondadori con Berlusconi, de la que éste sacó la revista Panorama mientras que el ingeniere se quedaba con el diario La Repubblica.Las más gravosas, su breve paso por el consejo de administración del Banco Ambrosiano, que le ha valido una condena por cooperación en la quiebra, y los presuntos pagos de comisiones ilegalés que le llevaron a la cárcel durante pocas horas. Hoy se apuesta sobre si está empresarialmente muerto o le quedan otras vidas.

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