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GENTE

VUELVE EL GIGANTE

Diego A. Manrique

A finales de los sesenta, Peter Green era una de las máximas figuras del pop británico. Tras ganarse una sólida reputación como guitarrista de blues cambió de estilo y los discos que editó con su grupo, Fleetwood Mac, superaron en ocasiones las ventas de los Beatles o los Rolling Stones. Sin embargo, en 1970 lo dejó todo y empezó una caída en picado que no tiene parangón en la historia del rock. Asqueado con el negocio de la música, trabajó de enterrador y mozo de hospital, rechazando los suculentos cheques que le enviaban en concepto de derechos de autor por temas como Black magic woman o Albatross. Aunque es de origen judío, una temporada en Israel le impulsó a intentar unirse a la OLP. Grabó y actuó ocasionalmente, pero sin demasiado fortuna, en pequeñas compañías. Diagnosticado como esquizofrénico paranoico, fue recogido por sus padres cuando ya estaba irreconocible. Un verdadero drama, que parece que ahora se enmienda con, como cantaba Ringo Starr, "la pequeña ayuda de los amigos". Gary Moore, el guitarrista irlandés, le dedicó todo un disco, Bluesfor Greeny; también tiene asesoría profesional de sus antiguos compañeros de Fleetwood Mac, superestrellas en Estados Unidos desde los años setenta. Finalmente, Green ha vuelto a la carretera, como parte de un potente quinteto de veteranos, Splinter Group. Dicen que está en buena forma, tras haber prescindido de la medicación que le adormecía. Sin embargo, no quiere que su nombre eclipse al de los músicos que le acompañan. De momento, sólo participa en discos de homenaje, en recuerdo de un bluesman desaparecido, Rory Gallagher, y de dos históricos grupos instrumentales, The Shadows y The Ventures.-

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