Christine Pascal, cineasta francesa
La directora y actriz francesa Christine Pascal se quitó la vida el pasado viernes 30 de agosto. En España se la conocía sobre todo por sus interpretaciones en distintas películas de Bertrand Tavernier -L'horloger de Saint Paul (1973), Que la fête commence (1974), Le juge et l'assassin (1976) o Round midnight (1985)- pero también se la había podido ver, a través del festival de Barcelona, Zanzibar (1988), su tercer largometraje, en el que retrataba el mundo del espectáculo con humor y crueldad, como un universo dominado por el dinero y la mentira.Nacida en Lyon -la ciudad de Tavernier- en 1953, Pascal era una mujer delgada, de grandes ojos sorprendidos. En su primer film como directora -Felicité (1979)- la acción se abría con un suicidio mientras que en La Garce (1984) contaba la historia desgraciada de una mujer que se enamora de quien no debiera. En 1991 obtuvo su primer gran éxito con Le petit prince a dit, una emocionante descripción de la relación entre un padre y su hija condenada por un tumor ceebral incurable. El film era de una delicadeza extrema y conseguía expresar todas las gamas del dolor humano sin chantajear nunca al espectador.
En 1995 sorprendió con una comedia cínica y sombría en la que una pareja, el día antes de contraer matrimonio y lograr un gran contrato como arquitectos, descubre, cada uno por su cuenta, las delicias del sadomasoquismo o las virtudes del adulterio. Adultére, mode d'emploi, escrita conjuntamente con su marido Robert Boner, tuvo una muy buena acogida comercial y una valoración crítica más fría.
Christine Pascal enlaza, si se quiere en el tono menor que corresponde a la época y a su edad, con una corriente de grandes actrices francesas capaces de escribir, dirigir y polemizar, de participar activamente en el debate intelectual o cultural de su país. En ella había siempre un punto de reserva, el de la guionista que quiere dirigir, el de la directora que quiere interpretar, el de la intérprete que quisiera ser sólo espectadora o, más sencillamente, el de la persona que nunca acaba de estar convencida de que aquello en que aplica todo su talento realmente valga la pena.-
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