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Entrevista:

"Madrid es mi segunda casa"

En realidad se llama Ernestina de la Caridad Martínez y del Hoyo, pero le bastaron un solo nombre y apellido para ver su gloria de bailarina brincar por el mundo. Alicia Alonso que nació en La Habana un 21 de diciembre de hace, ya unos largos 70 años, mantiene todavía esa boca grande pintada de rojo, siempre abierta, en permanente sonrisa. "Me pinto de carmín rojo desde que mi mamá me dejó, que entonces se estilaba a partir de los 15 años", comenta. En este mes que va a estar aquí, como directora del Ballet Nacional de La Habana, se la ha visto más en los periódicos que en escena, ya reservada para unas clases magistrales. Posee, en cambio, una extraña mezcla entre fuerza y fragilidad, tambaleo y persistente resistencia. No en vano son muchos años de disciplina entre tutús y otros trajes de baile diseñados por su propia madre. Se ha traído a Madrid a 58 bailarines que han inundado un hotel de la Gran Vía.Pregunta. ¿Antes de venir, qué les decía sobre Madrid a sus bailarines?

Respuesta. Que irían a una gran capital. Bailar aquí es el gran premio para ellos; hay muchos jóvenes, que son nuevitos y tienen una excitación grande. Por acá nos entendemos, no me refiero a la lengua, es que se piensa igual, es una sensación rara.

P. Para usted nada es nuevo, hasta tiene aquí una casa siempre abierta.

R. Sí, desde hace cuatro años. Lo decidí así porque es cómodo y Madrid es mi segunda casa. Tengo alquilado un apartamento en la zona de Arturo Soria, en un alto, tranquilo y agradable.

P. ¿Cuándo fue la primera vez que visitó esta ciudad

R. Cuando era chiquita, a los ocho años. Recuerdo que mi mamá me hacía caminar mucho por aquellas calles que eran de adoquines; recuerdo también los balcones llenos de geranios ... Hoy Madrid sigue siendo lindo, pero es complicado saber por dónde anda uno

P. ¿Sabe usted por dónde anda la inspiración de sus bailarines cada tarde en el Albéniz?

R. Lo veo porque lo noto y lo siento, y tengo un equipo buenísimo que me acompaña. Voy al teatro todas las tardes, así es la mejor forma en que los ayudo..

P. ¿Sigue siendo exigente?

R. Mucho, vaya que si ellos lo saben. El baile es bonito cuando lo que se lleva dentro se puede transmitir y exigir

P. Usted trabajó con Stravinski

R. Sería el año cuarenta y tantos, en el antiguo Metropolitan House de Nueva York, interpretábamos el Apolo de Balanchine y el propio Stravinski. Él también estaba como director de orquesta aquel día. Recuerdo que fue horrible porque iba muy rápido, porque se embullaba con la música y se olvidaba de nosotros los bailarines... Era mejor compositor que director, sin ninguna duda.

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