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El Barça gana la la Supercopa por un pelo

El Atlético arrolló al equipo azulgrana, que dio una pobrísima impresión

Santiago Segurola

El Barça salió con la Supercopa por los pelos. Fue arrollado por el Atlético" que jugó con su habitual determinación, convencido de que la victoria era posible y el trofeo también. Jugó con toda la decisión que el Barcelona no tuvo. Tampoco tuvo orden ni poderío. Un equipo discretísimo, muy poco trabajado en el orden táctico, con muchos problemas, Lopetegui a la cabeza. El Barça terminó refugiado en el área, sacudido por el Atlético, que se quedó al borde de la proeza después de su bravo asalto en el segundo tiempo.Cuatro veces se han enfrentado el Atlético y el Barça durante la pretemporada y cada partido ha sido diferente. La vuelta de la Supercopa fue un encuentro movido, demasiado acelerado quizá, sobre todo para los intereses del Barcelona, que no encontró la manera de enfriar el juego. El Atlético se sintió más cómodo en el torbellino. Es un equipo que se siente amparado por el fútbol recio y rápido, en los partidos que parecen in gobernables, como éste, que se movió de área a área, sin apenas detenerse en el centro del campo. En el frenesí, el Barça comenzó a deshojarse. Perdió la capacidad para imponer un juego más moro so. Los intentos de Guardiola por dirigir el tráfico se hicieron dificultosos: el partido iba a todo trapo y no había manera de bajarse.

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Hasta cinco oportunidades se produjeron en el primer cuarto de hora. Había una urgencia visible en el Atlético, que quería marcar pronto e impedir que el Barcelona se sintiera a salvo con su flotador de tres goles. Simeone llegó para cabecear dos centros desde la derecha, donde López hacía un alarde físico ante el desinterés de Stoichkov, que da la impresión de haberse convertido en un jugador ventajista, de los que tiran con habilidad el anzuelo a las tribunas. Y también anda perezoso, sin ganas de seguir a los laterales, que aprovechan el agujero para lanzarse al galope, como López, que tuvo vía libre por su pasillo. Más tarde, en el segundo, tiempo, Stoichkov se recuperó y tuvo más actividad.

En el Atlético, Pantic tuvo mucho sentido. Jugó bien, con intuición y habilidad, con el oficio de un jugador que saca un excelente partido a sus condiciones. Por ejemplo, en las faltas. Es un lanzador excelente en las directas, en las indirectas y los saques de esquina. El Atlético se agarró muchas veces a Pantic el pasado año y lo mismo sucede esta temporada. El gol del Atlético vino tras un libre indirecto, como tantas veces. Lopetegui también colaboró: se quedó en la raya de gol y enseguida se echó al suelo, que es defecto muy grave en los porteros. Lopetegui volvió a verse superado por las exigencias del cargo en el segundo tanto del Atlético, un gol cómico. Fue un pase corrido, sin demasiadas esperanzas para Esnáider, que siguió a la pelota por si acaso, no fuera a darse el caso de que el portero no estuviera en su sitio. Como Lopetegui, -por ejemplo. Estaba en la raya de gol, donde habita -y donde obliga a sus -defensas a jugar con el culo en la portería. Total, que un balón suyo se convirtió en un balón de Esnáider. Pero lo peor fue la reacción del portero azulgrana, que se tiró con los pies por delante, como si no le sirvieran los brazos y las manos, que es facultad de los porteros. De modo que otra vez al suelo y la portería libre: gol de Esnáider.Entremedio, el Barça marcó en un contragolpe el gol que finalmente le dio la Supercopa. Nació en un fuera de juego de Sergi. Lo concretó Stoichkov, que empujó la pelota. Pero el Barcelona andaba mal en el partido. Atacado por los nervios, Lopetegui anunciaba grandes catástrofes en cada una de sus intervenciones y la defensa comenzó a preocuparse. Luego se preocupó todo el equipo, que se tiró atrás para aguantar el chaparrón. El Atlético marcó el segundo y se lanzó a por el tercero frente a un equipo que defendió con nueve jugadores junto a su portero y el pelotazo a cualquier sitio. Un equipo pequeñito y mediocre que se abocó al sufrimiento.

Pantic marcó el tercero en un tiro libre. Gran lanzamiento, pero otra pobrísima interpretación de Lopetegui: la pelota entró por su palo. Hasta el último minuto, el Atlético arrolló al Barça, metido en su área, desbordado, desordenado, sin estilo. El Atlético estuvo al borde del cuarto gol. Lo mereció por juego, por arranque, por ocasiones y por su enorme superioridad.

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