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Una de Dios

Manuel Rivas

Hablamos mucho de las presidenciales de Estados Unidos, quizá más que los norteamericanos, porque en el fondo sabemos que son nuestras elecciones y ni siquiera podemos figurar como abstencionistas. La disidencia tiene el aire de una queja irónica desde un inmenso Tex-Mex. Todos hubiéramos preferido la transmisión en directo del show de Bob Dole en vez de Sonrisas de España. Sucede como con el dinero. Cuando tienes un dólar en la mano, te dices: "¡Coño, ésta es pasta de verdad!". Un buen diseño. Y con esa leyenda que le da peso y trascendencia. In God we trust. El único dinero del mundo que invoca a Dios.Es frecuente que los políticos norteamericanos invoquen también a Dios, sea para ir a la Luna o para inaugurar un alcantarillado. Bob Dole lo ha puesto al frente de su divisa electoral: "Dios, familia, honor, deber, patria". Estilo Cid Campeador, más conocido entre nosotros como Charlton Heston. Un buen programa, algo desmerecido por la letra pequeña. Admito que Dios puede ver con buenos ojos una rebaja en los impuestos, pero no lo imagino partidario de la "tolerancia cero" en cuestión de inmigración ni tampoco indignado, como lo está Dole, con la película Striptease, ¿Qué puede tener Dios contra la belleza desnuda de Demi Moore?

Leo la divisa de Dole en un gran titular de periódico, a bordo de un avión. Me río. El vecino de vuelo me censura con la mirada. ¿Acaso tengo yo algo contra Dios y todo eso? No puedo explicarle el porqué de la risa. Es un fenómeno paranormal. La voz del pintor Patiño, fallecido hace 10 años. En una ocasión interrumpió temerariamente un recital de poesía místico-falangista al grito de ¡una de calamares! Por eso me río. Leo la divisa de Dole y el trasgo iconoclasta me susurra al oído: "Dios, familia, honor, deber, patria... ¡y una de calarnares!".

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